jueves, 26 de enero de 2012

La vietnamizada menopausia de Susana Beatriz

La menopausia, en los últimos 20 años, fue una especie de Vietnam de la salud. Una guerra que comenzó con un conflicto local y luego se generalizó.

Unos calores molestos, cierta inestabilidad de ánimo y algunos kilos de peso ganados por la ansiedad desencadenaron las primeras escaramuzas. El conflicto se extendió rápidamente. Del estado de ánimo pasamos al útero, luego nos la agarramos con la mama, después le tocó al corazón y el hueso también la ligó.

Se utilizó una enorme cantidad de artillería pesada que incluyó ecógrafos (una especie de helicópteros de desembarco rápido), mamógrafos (vendrían a ser los tanques) y densitómetros óseos (los submarinos de la guerra de las profundidades). Pero también se usaron monitoreos de presión, una ingente cantidad de recursos fue destinada a determinaciones hormonales; comandos de elite desembarcaron en las mamas con mamografías, mamografías magnificadas, ecografías, y la super inteligencia del mamotón, una técnica sofisticada que permite a los comandos médicos entrar en una célula en menos de lo que canta un gallo, desarmarla, sacarla de la mama, llevarla a un laboratorio, interrogarla y hacerla cantar como Susana Rinaldi. Que después vaya a quejarse a la Secretaría de Células Golpeadas.

Los submarinos densitométricos fueron apoyados desde tierra por comandos de endocrinólogos entrenados en inteligencia de superficie que utilizando "marcadores biológicos" comenzaron con una inocente fosfatasa alcalina, calcio en sangre y orinas de veinticuatro horas y ahora van por determinaciones de enzimas de nombres muy complejos que impresionan muchísimo y sirven para saber si el hueso responde a la paliza o si todavía se sigue haciendo el vivo.

Se organizaron ligas de mujeres osteopénicas y hasta se pensó en llevar al Congreso de la Nación un proyecto de ley para que las mujeres con una densidad mineral ósea menor de -1,5 (un hueso al que le falta un poco de calcio) tengan asiento prioritario en los transportes públicos, junto con los ancianos, las embarazadas y los discapacitados o las mujeres con niños en las colas de los supermercados. Al final, las colas de los que no tenían alguna desventaja eran de dos personas mientras que las otras eran kilométricas y los viejos no soportaban a los niños y se peleaban con las embarazadas para ver quién tenía prioridad mientras el ciego gritaba: ¡Loco, dejen de meter mano!.

En el Vietnam menopáusico se utilizaron miles de toneladas de armas químicas: los estrógenos, que mejoraban el hueso, la piel, las cutículas y el pelo. El calcio, la vitamina D y los fosfonatos para el hueso, los antihipertensivos para cuidar el corazón y los antidepresivos y ansiolíticos para cuidar la cabeza. La vida era coser y cantar. Estrógenos para todo el mundo, junto con jugo de naranja, alendronato, calcio, enalapril, fluoxetina y bromazepam, cereales para ir bien de cuerpo, mucha agua mineral para la piel y por qué no, un Actimel.

Pero los estrógenos podían aumentar ciertos riesgos de ciertos cánceres, con lo que a los miles de toneladas de estrógenos le agregamos unos cientos de toneladas de progestágenos que, curiosamente, conjuraban el riesgo de algunos cánceres pero disminuían algunos beneficios de los estrógenos. "Se ponen dos medidas de estrógenos en un vaso, se la agrega una pizca de progesterona y clara de huevo, se lo pone en la licuadora con abundante hielo y se lo sirve con cascaritas de naranja azucaradas".

No "reemplazar" (darle los estrógenos perdidos a una mujer menopáusica) pasó a ser mala praxis. Era matar a una inocente, era pasar por al lado de un niño hambriento comiéndose un Alfajor Grandote. Los médicos católicos que se olvidaban de reemplazar esperaban ansiosos el domingo para confesarle al cura su omisión. Éste, después de enviarlos a rezar unas docenas de padrenuestros, les recordaba del hueso que se había perdido por su culpa y, admonitoriamente, les aconsejaba que no vuelvan a hacer eso de andar por la vida sin reemplazar a las menopáusicas.

La menopausia era tierra de todos. Se combatía en todos los frentes. Al primer calor, salía (con ketchup y fritas) la primera andanada de órdenes de dosajes hormonales que curiosamente concluían en que una mujer de 52 años que menstruaba irregularmente, se cagaba de calor, se peleaba con sus hijos y se acostaba bien tarde para que su marido no se ponga pesado estaba menopáusica. Es como tener que hacer una biopsia para saber que un bicho grandote que camina por el campo, que tiene cuernos, ubres grandotas, come pasto todo el día y se expresa mugiendo es una vaca.

Con estos datos no era suficiente. Había que llevarle al ginecólogo una FSH (hormona folículo-estimulante, que se pone loca de alta cuando el ovario se quiere ir a descansar) lo más alta posible para que este, con voz grave, bajando la mirada, tomándole el brazo a la sufriente y preguntándole si había venido acompañada le dijera: Susana Beatriz (porque no hay Susana Beatriz que no tenga alrededor de 55 años como Yamila que no esté por los 28).

-Susana Beatriz, estás menopáusica. El rostro de Susana Beatriz se contraía, y un llanto que empezaba silencioso y apretado terminaba en una verdadera crisis de nervios.

-Decime que no, Beto (Carlos Alberto, ginecólogo), decime que estás equivocado. ¡Te odio, Beto te odio!

Luego, se discutía si Susana Beatriz tendría que quedar internada, si podía volver sola a casa, o si su hermana Esther (sesentona que ya había pasado por "este calvario") se la llevaba a Susy unos días a su casa de la playa.

Beto, le daba otro turno en el que se discutiría la mejor estrategia. Esta estrategia, bastante "simple" consistía en derivación a un gineco-endocrinólogo que se encargaría de alinear los planetas hormonales de Susana Beatriz y enviarla a Chacho, un especialista en metabolismo óseo, que sería el perro cancerbero que cuidaría celosamente las puertas del infierno de su densidad mineral ósea con análisis "simples" como las densitometrías y no menos de tres veces por año hacerla juntar pichíes (orinas) de 24 horas para decirle que todo iba de películas y que siguiera con el calcio, el fosfonato, el raquiferol, el queso, la leche, el yogur y caminando al sol. Los más ortodoxos llegaron a pensar en hacer construir "meno-sendas" (sendas exclusivas para menopáusicas) para desmayo de los dermatólogos para quienes el sol es casi como el ajo para un vampiro porque "te llena de cánceres".

Por si acaso, había que mirar las mamas de cerca por lo que a Susana Beatriz se le recomendaba a Cacho, un ginecólogo especializado en patología mamaria que no dejaría de pensar un solo día en las mamas de Susana Beatriz y le haría mamografías, ecografías, mamografías magnificadas y punciones con una clarísima "tolerancia cero" para las condensaciones y microcalcificaciones. De paso, no le dejaba tiempo ni espacio a Pancho, cirujano plástico mamario tostado todo el año por mucho barco y presente en todas las comidas anuales de la revista "Lolas  y Lolitas", a que se ponga a lucrar con las mamas de Susana Beatriz.

Para darle estrógenos había, por supuesto, que consultar a un cardiólogo, porque los estrógenos podían provocar no sé qué cosas raras en la presión, que Beto, en 20 años de ejercicio no tuvo tiempo de estudiar, entonces, mejor, que de eso se encargue Nacho (Pereyra Iraola, cardiólogo, también tostado pero por parapente).

Nacho le encontraba catorcenueve. Susana Beatriz decía que era presión nerviosa, Nacho que la presión nerviosa no existe y zácate, Susana Beatriz salía con un Holter de presión de 24 horas en su bracito y un cuadernito en el que tenía que anotar cuando desayunaba, cuando se lavaba los dientes, cuando iba de cuerpo, cuando peleaba con Pacho porque no quería saber nada con el sexo y todo lo que fuera importante.

Volvía a Nacho con el Holter. Nacho le sacaba la sal, la empipaba con litros de agua mineral "con bajo contenido en sodio y aprobada por la Sociedad Argentina de los Buenos Corazones" (como si hubiera agua mineral con alto contenido en sodio) y le daba un: "-No es un antihipertensivo, es un regulador de la presión ¿Viste?", americano, recién puesto en las góndolas de las farmacias, carísimo que fue presentado en el último congreso mundial de hipertensión arterial que se hizo en. Adivinanza. ¿Se hizo en Ezpeleta o en Lisboa? Se hizo el Lisboa y Nacho fue con Maca (Macarena, su segunda mujer y mamá de Rocío, de dos añitos y debilidad de Nacho que ya está por ser abuelo porque su hija mayor, del primer matrimonio, está por tener). Pasearon por Lisboa, comieron, se alquilaron un auto y Nacho se trajo el certificado para el cuadrito.

Como Susana Beatriz estaba insoportable, con Pacho empezaron terapia de pareja con Chiche (Mauricio, terapia de pareja) y aparte, Susana Beatriz iba a Chelo (Marcelo, psiquiatra) que le sacudió un "No es un antidepresivo, es un estabilizador del ánimo ¿Viste?"

Hace un par de años, publicaciones de seguimientos a largo plazo de grandes poblaciones de mujeres encontraron que la sustitución hormonal aumentaba el riesgo cardiovascular por lo que se desaconsejó el uso sistemático de la misma. Ahora, si le das un estrógeno a una mina, "la matás como a una mosca".

Cabe aclarar, que cuando uno dice que mejora el riesgo cardiovascular o que baja a la mitad la mortalidad por infarto está hablando de números pequeñísimos sobre intervenciones (prescripciones) en poblaciones grandísimas por tiempo larguísimo.
Si por ejemplo, sin tomar la droga X, la cantidad de infartos en determinada población es de 2 por cada 10.000 y tomando la droga X se muere 1 cada 10.000, se dice que la droga X, redujo "a la mitad", las muertes por infarto. O que no tomando la droga X uno tiene "el doble" de riesgo de tener un infarto. Este "a la mitad" logrado por la droga X significa que hay que tratar a 10.000 tipos, durante equis años para bajar una muerte en 10.000. ¿Se dan cuenta?

La última vez que Susana Beatriz fue al consultorio de Beto, éste estaba de viaje, en el Congreso Mundial de Ovario por lo que la atendió una residente "del equipo ¿Viste?" Carolina, la residente, le dijo que "A partir de mañana no tome más los estrógenos porque afectan el corazón..."

Susana Beatriz se quitó la vida el 31 de diciembre de 2011 a las 10 de la noche con una sobredosis de Actimel
Beto fue encontrado culpable de omisión de contención emocional de Susana Beatriz y cumple condena en el penal de Olmos.
Nacho Pereyra Iraola cruzó, en parapente, la frontera con el Brasil, Paso de los Libres - Urugaiana, y vive en la isla de Saint Martin con Maca y Rocío). A Pacho, el viudo de Susy, le encontraron una carótida algo obstruida, un PSA alto y un lunar feo en la espalda por lo que dejó de trabajar para dedicarse a ir a los médicos.
Carolina está pensando en especializarse en menstruación.

Artistas por orden de aparición:
Susana Beatriz: La menopáusica vietnamizada.
Beto: Carlos Alberto, ginecólogo
Esther: Hermana de Susana Beatriz
Chacho: Endocrinólogo, especialista en hueso
Cacho: Ginecólogo, mastólogo (especialista en patología mamaria)
Pancho: Cirujano plástico
Nacho: Pereyra Iraola, cardiólogo
Pacho: Marido de Beatriz
Chiche: Especialista en terapia de pareja
Chelo: Psiquiatra
Carolina: Residente de Beto

Agradecimientos:
A Susana Rinaldi, Alfajores Grandote, yogures Actimel, Municipalidad de Paso de los Libres, Municipio de Uruguaiana, Río Grande do Sul, Brasil, Sociedad Argentina de los Buenos Corazones



martes, 24 de enero de 2012

Disección (o descuartizamiento) de un artículo estúpido – Y a propósito del género y del sexo

Mi amiga Jorgelina me envía y me consulta por un artículo del número de enero de 2012 de una revista cuyo nombre amenaza con una estupidez profesional, una estupidez elaborada, una estupidez con mayúsculas: Ohlalá se llama el pasquín multipropósito y no me lo imagino en las bibliotecas de Rosa Luxemburgo, ni de Juana Azurduy ni de Juana Manso ni de Angela Merkel. Ni de Cristina tampoco, no sean jodidas.

De todos modos, está bueno que cada tanto nos expongamos a este tipo de estupideces y utilicemos estos “documentos” para ilustrar, para disecar, para “desarmar” pieza por pieza una estupidez. En una de esas sirve para, en otra oportunidad, ver mejor debajo del agua.

Y a propósito de género y sexo, tengo en mi escritorio una joya que me regaló mi amiga Karin Kopitowski, quien, en tareas un poco más serias, se dedica a conducir nuestro Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria, en el Hospital Italiano de Buenos Aires y aparte, interpretando mis gustos y debilidades, hoy me regaló uno de mis fetiches preferidos, un diccionario, el Diccionario argentino de dudas idiomáticas, una joya que me acompañará en mis desayunos.
Dice mi diccionario que “Para designar la condición orgánica, biológica, por la cual los seres  vivos son masculinos o femeninos, debe emplearse el término sexo: El estudio se divide en personas de sexo femenino y de sexo masculino. Por lo tanto las palabras tienen género (y no sexo) mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género).

De modo que a no decir más discriminación de género, violencia de género sino discriminación sexual y violencia sexual.

Este artículo, entonces es un artículo del género (por clase o estilo) de las estupideces, destinado al sexo femenino. 

El título del artículo es: “Lo que tenés que saber ENDOMETRIOSIS. Una guía súper completa para que conozcas de qué se trata esta enfermedad que afecta al 10 por ciento de las mujeres argentinas”. Lo escribe Noelia Veltri de quien Google me arroja que es periodista científica, Licenciada en Periodismo de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) y quien hizo un posgrado en Comunicación Científica Médica y Ambiental en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Analizaré entonces los comentarios del artículo, el género (clase) de artículo, sus pretendidos propósitos y sus (muy probables) efectos.

Adivino, que su género debe ser el de información general o divulgación general de temas científicos y su objetivo (pretendido) será acercarles a las lectoras de Ohlalá información útil para alertarlas sobre enfermedades cuyo conocimiento las llevará a la solución de un problema y un giro de 180º en su calidad de vida.

El efecto, se los adelanto, (y ustedes, mis ya filosos lectores adivinarán) será que toda mujer que tenga dolores menstruales (es decir todas las mujeres que menstrúan) pensará que puede tener endometriosis. El efecto será que las mujeres ya no irán al médico a decirle que tienen un dolor sino a decirle que ese dolor puede ser una endometriosis. El efecto será que, aparte de decirle que puede ser una endometriosis, le pedirán ecografía, resonancia magnética y laparoscopia. El efecto será una andanada de consultas a ginecólogos. El efecto será que una andanada de ginecólogos gatillo fácil para la ecografía, generarán una andana de ecografías y esta andanada… Sí señores:

  • Una andanada de sobrediagnósticos
  • Una andanada de sobretratamientos
  • Una andanada de consultas, pérdidas de tiempo, gastos, nervios, diagnósticos de otras cositas que no parecen nada pero, poooor las duuuuudas las vamos a seguir con una ecografía a cada rato

Sería mejor: Anda, nada, y en lo posible ahógate antes de caer en la vorágine tecnológica.

Porque en realidad, no se puede alertar sin malinformar, sobre temas tan complejos. Porque el título debería ser: “Señora…  (No, señora no va con la “re-onda de amiga a amiga” de este articulete). Mejor  sería “Amiga: Si te re duelen esos días, velo a tu médico”  Y ese debería ser todo el artículo. Si el médico es bueno (un problemita en la Argentina contemporánea), hará lo que corresponde.

En un apartado, Noelia explica que el endometrio es el tejido glandular que recubre el interior del útero y que se desprende con la menstruación. 

La endometriosis, es la localización de parte de ese tejido en zonas anormales como los ovarios, la pelvis, los ligamentos pelvianos, el cuerpo del útero, las trompas, el intestino grueso o el apéndice.  Muchas veces pasa desapercibida y no ocasiona trastornos. Otras veces provoca cuadros de dolor inusual durante o entre las menstruaciones, dolor  durante las relaciones sexuales, infertilidad, etc.

Las causas, las situaciones en las que se debe sospechar y/o descartar, los métodos de diagnóstico y los tratamientos son temas complejos que requieren un médico informado, que informe bien a su paciente para poder decidir juntos.

Porque hay mucho más endometriosis que no causa problemas que endometriosis que los causa,  como lo sugieren resultados de hallazgos en cirugías por cualquier indicación o por esterilización tubaria (en mujeres que no quieren tener más hijos).

La periodista científica arranca “con los tapones de punta”: “Si no la tuviste, seguramente te suena. No es casual: sólo en la Argentina, aproximadamente un millón de mujeres conviven con este trastorno que provoca dolor pelviano asociado a la menstruación, pero que además es un factor desencadenante de esterilidad”

Ya con este párrafo, hasta yo salgo corriendo a ver si no tengo endometriosis, para acordarme a las pocas cuadras: “-¿Y yo para qué corro si no tengo endometrio?”.

Luego sigue con que “hay que recurrir a la consulta médica, con revisación, interrogatorio sobre los antecedentes y complementarla con ecografía, resonancia magnética y laparoscopia”. Es decir, que todo, siempre a todas: Combo 1 sale con revisación, interrogatorio, ecografía, resonancia magnética y laparoscopia. Y por unos pesos más te agrando el interrogatorio y te regalo una ecografía en nuestro McDonald’s uterino.

Veltri se va consolidando con el transcurrir del artículo y aconseja: “Por eso es importante que las mujeres realicen al menos un control anual para que el médico pueda evaluar, por las características de la paciente, si existe o no el riesgo de endometriosis”. Es decir, señores médicos que ante toda paciente tenemos que evaluar todos los años “si existe el riesgo de endometriosis”. Y advertir a nuestras pacientes: -Por ahí no mamita, no vayas por ahí que hay mucho riesgo de endometriosis.

Luego (y sigue la festichola) y bajo el título REMEDIO NATURAL: LA ALIMENTACIÓN hablamos de “recetitas piolas y re-fáciles” (estas ironías corren por mi cuenta) como los cereales, las frutas, los Omega 3, vasos de leche con vainilla y canela, té con manzanilla y jengibre.

Un asco. No me refiero a los cereales ni a los tés. Me refiero al artículo.

Una viñetita hermosa se llama “¿Cómo fue para vos?” En ella tres chicas hermosas de apellidos re-chics  (ninguna de José C. Paz ni de Maquinista Savio) nos cuentan su odisea endometriósica, todas re-simpáticas y de final re-feliz. Una de ellas dice: “Fue una amiga la que me convenció  para que le pidiera a mi médico para que me hiciera una laparoscopia”. Bárbaro eso de tener amigas que te aviven para que “convenzas a tu médico” de que te haga una laparoscopia. Me encantará la próxima paciente que venga con la Ohlalá en la mano diciéndome: -Hola Carlos, lo estuve pensando y lo charlé con mi amiga Yami. Me quiero hacer una laparoscopia.

Los asesores son ex integrantes o integrantes de la “Sociedad Argentina de Endometriosis”, sociedad de la que no pude encontrar página en la web por lo que no puedo hablar de su misión ni objeto social.

Este tipo (género) de artículos no ayuda a nada, no fundamenta nada; estimula todo tipo de “paranoias endometriales”; está generado desde y asesorado por la experiencia sesgada (lo del galope en la sabana africana).

Pretende informar y termina malinformando.

La mayoría de las veces, con la intención no es suficiente.

Mi consejo, como siempre, si tiene un problema, consulte a un buen médico y recién ahí, exíjale información en palabras que usted entienda para tomar decisiones a conciencia.

Feliz menstruación. 

miércoles, 18 de enero de 2012

Asociaciones de lucha contra los molinos de viento

-No huyáis, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete
Don Quijote de la Mancha espoleando a Rocinante sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento y no gigantes aquellos que iba a acometer.

Muchas asociaciones, la mayoría originadas con toda buena intención, para luchar contra ciertas enfermedades están, paradójicamente, condenadas a crear más problemas que a solucionarlos.

Simplemente, porque pretenden alertar a la población sobre un inexistente "diagnóstico precoz", de esas enfermedades en lugar de ayudar a que la gente tenga acceso a los tratamientos o simplemente los cumpla.

Como ya dije en otra nota, para que pueda hacerse diagnóstico precoz de determinada condición deben reunirse ciertos criterios que solo unas pocas enfermedades cumplen:

·        La enfermedad tiene un efecto significativo en la cantidad y/o calidad de vida de la población. De nada serviría aplicar un método a toda una población para detectar una enfermedad rarísima.
·        Existen métodos aceptables de tratamiento para esa enfermedad una vez diagnosticada.
·        La enfermedad tiene una fase asintomática durante la cual el diagnóstico y el tratamiento reducen significativamente la morbilidad (daño) o la mortalidad. No tendría sentido aplicar el método a una enfermedad que se manifiesta muy poco después de comenzar porque tendríamos que hacer el test a cada rato.
·        El tratamiento en etapa asintomática debe ser mejor que el tratamiento en etapa sintomática. Si no, podríamos esperar a que comiencen los síntomas.
·        Debe haber un test disponible y a un costo razonable para detectar la enfermedad en el período asintomático. Lo del costo es importante porque si el costo fuera muy alto podríamos utilizar los recursos en otras prácticas mucho más eficaces (como darle de comer, vacunar y educar a los niños, por ejemplo) y eso de que la salud no tiene precio no es cierto.
·        La incidencia (cantidad de casos en el tiempo) de la enfermedad debe ser suficiente para justificar el costo del rastreo. Si aplicáramos un rastreo a toda la población para detectar una enfermedad que van a padecer cuatro personas estaríamos malgastando recursos que podrían ser destinados a prácticas mucho más justificadas y menos sofisticadas (como darle de comer a los niños y evitar que los violen por ejemplo).

Como ya sabemos, muy pocas enfermedades reúnen estos criterios por lo que estas asociaciones deberían olvidarse de estimular en la población el "diagnóstico precoz" cuando éste lisa y llanamente no existe o, como en otros casos, estimular métodos diagnósticos ineficaces y muchas veces perjudiciales.

Ejemplos de estímulos innecesarios que alarman los dan asociaciones que logran publicitar una "semana de algo". La "semana de la próstata" la "semana de la tiroides" "la semana de la nariz con mocos".

Las intenciones de quienes fundan esas asociaciones, en general víctimas, familiares o allegados de víctimas conmovidos e impulsados por un caso, son buenas, no hay duda. Los resultados sin embargo son "el tiro por la culata". Fundamentalmente para la población, no así, para muchos pícaros que asesoran a estas fundaciones, cuyo único objetivo es el estímulo rocambolesco del uso indiscriminado de su chichecito:

·        Que autoexamen mamario (que solo enferma) para todas, para estimular el uso del chiche ecográfico o el chiche mamográfico o mucho peor, de determinaciones irresponsables de antígenos marcadores de cáncer.
·        Que la ecografía translapochola para ver si tenemos cáncer de ovario o de otra cosa que haya por ahí abajo.
·        Que dedito en la cola, ecografía también por la cola y PSA para estimular consultas, prostatectomías y uso de chichecitos ultrasofisticados para extraer esas células cancerosas que muy probablemente nunca habrían salido de su cueva sin no fuera por nuestros expertos cazadores de cánceres.
·        Que difusión de que síntomas tan vagos y generales (que casi todos tenemos) pueden ser preludio de una enfermedad rara y compleja. Como quienes dicen por todas las radios que la esclerodermia te puede sorprender a la vuelta de la esquina y como si en algo ayudara saber hoy antes que pasado mañana si uno tiene esclerodermia.
·        O que si un día se te duerme algo o te hormiguea una mano podés tener una esclerosis múltiple estimulando a cuanto hipocondríaco hay, que durmió sobre su mano a que salga corriendo a algún Jumbo médico (de esos que suelen estar cerquita de los hospitales públicos) a encargar una resonancia magnética de lo que sea.
·        O que al primer día que se te hirvió la leche mientras te lavabas los dientes vayas a la asociación de lucha contra el Alzheimer a que te hagan estudios genéticos para saber si dentro de 15 años no vas a poder volver a tu casa y te vas a hacer pipí encima.
·        Ayer, leí en el diario La Nación un artículo, que cuando terminabas de leerlo empezabas a sentir dolorcito de cabeza pensando que podías tener un aneurisma en la cabeza y te daban ganas de salir corriendo a hacerte una angiografía porque “se estima que entre 1 y 5% de la población general posee aneurismas cerebrales” artículo cuyas implicancias son en sí una barbaridad y su publicación en un diario que se pretende informador y con periodistas que se venden como expertos en salud es inadmisible. Ya me extenderé sobre este articulito y lo disecaré en otra nota para que ustedes aprendan a leer entre líneas.

En general, estas asociaciones filantrópicas están asesoradas por gente un poco floja de papeles, es decir floja de lectura y argumentos sólidos o flojita de ética, como quienes detrás del estímulo te están esperando con la maquinita de hacer chorizos (y plata) que suele tener forma de ecógrafo, resonador, tomógrafo, densitómetro y mil cositas más.

Cuando uno llama a sus teléfonos, o escribe a sus páginas de Internet, suele ser atendido por una educada señora, que (prejuiciosa y criticablemente) me imagino setentona, prolija, peinada de peluquería, de confesión diaria y con floridos antecedentes de voluntariados y caridades de guardapolvo rosa.

Esta buena señora o, preferentemente, señorita (y lo de buena acá no es sarcástico), no suele poder responder por qué la asociación recomienda por intermedio del periodista canchero de la mañana que está en la Radio de Todos que antes de bañarnos nos toquemos todos los días las mamas (tocarse la próstata suele ser más complejo y en general hay que tercerizarlo) o que después de tomar sol vayamos al dermatólogo, o de comer cordero al gastroenterólogo, o que un gas puede ser el huracán que anuncia un cáncer.

Apremiada, sin embargo y haciendo uno que otro puchero nos termina dando el nombre del o de los o de la o de las (se complica esto con la discriminación y los plurales) "Profesor/Profesora/Profesores/Profesoras" que escribieron el exhorto.

En general estos profesores (y disculpen que ya no use todas las barras) suelen ser esos señores cuyo encabezamiento de recetario deja poco lugar para la receta y la firma. En efecto, tienen en su recetario un montón de membresías de sociedades americanas y europeas antes del "Solicitar turno al...", es decir, a su quiosquete.

Estos profesores ni siquiera se tomaron la molestia de informarse si lo que recomiendan tiene algún fundamento (en la inmensa mayoría no lo tiene) o, como ya dije, quieren llenar su quiosquete de gente alarmada que cree estar bailando en la cubierta del Titanic si no sale corriendo mañana a buscarse algún cancercito o enfermedad degenerativa o un gen demenciante.

Señoras y señores:

·        En nuestro país, como en casi todos, la mitad de los hipertensos no sabe que tiene hipertensión arterial.
·        En nuestro país, como en casi todos, la mitad de los que sabe que tiene la presión alta, no se la trata.
·        En nuestro país, como en casi todos, la mitad de los que se trata la presión, no la tiene adecuadamente tratada o controlada
·        Más de 20 personas se mueren por día y otro tanto queda discapacitada en rutas angostas de mano y contramano donde circulan miles de chicos de Moyano (me salió hermoso el versito). Y aclaro, para los que me leen afuera, que los chicos de Moyano son los camioneros, en un país, donde un señor de trajes claritos y corbatas Hermes decidió hace unos 20 años que el tren no servía. Y cerró ramales y condenó ciudades al olvido y llenó rutas angostas de larguísimos camiones que van en filas de tres y cuyo pretendido sobrepaso suele terminar todos los días con papás, mamás, bebitos, abuelas y mucamas que iban a pasarse unos lindos días a algún lugar de veraneo.
·        No sé cuántas mujeres son abusadas, embarazadas involuntariamente, violadas y muertas en abortos clandestinos.
·        Etcétera

Esta es la famosa epidemia mundial de "enfermedades no transmisibles" que sí se pueden combatir y cuyo diagnóstico ya está hecho. No hace falta hacer una semana del estrolado. Basta con leer los lamentos periodísticos de “¿Qué nos pasa a los argentinos?” (¡Nos pasa que no tenemos rutas de mano única bobo!)  para darnos cuenta de que algo habría que hacer.

Estoy de acuerdo, no lo malinterpreten, con que haya asociaciones de cuanta cosa se les antoje. Pero, por favor, dirijan su esfuerzo adecuadamente. Documéntense, asesórense, háganle firmar una manifestación diciendo que no tiene un tomógrafo si va a difundir la tomografía o lo que sea.

Una asociación de lucha contra el cáncer de tiroides puede ayudar a que quien tiene la enfermedad pero no tiene recursos acceda al tratamiento. Pero no a que se diagnostique precozmente la enfermedad simplemente porque el diagnóstico precoz del cáncer tiroideo no existe. Simplemente, por si no lo entendieron, porque muchos ya tenemos cáncer de tiroides, ahí, acurrucadito en el cuello y sin ganas de joder ni que lo jodan. Y porque de esos muchos que andamos cosiendo y cantando con nuestro cáncer a cuestas solo 1 cada 200.000 será motivo de necrológica. Y porque entre todos esos que dicen yo tenía cáncer y me curé, la mayoría jamás se habría enterado de no ser por la curiosidad médica.

Una asociación de lucha contra la esclerosis múltiple puede ayudar a que quienes tengan la enfermedad, accedan a todo tipo de tratamientos validados. Pero no a que la esclerosis múltiple se diagnostique precozmente, porque el diagnóstico precoz de esclerosis múltiple no existe.

Una asociación de lucha contra el cáncer de mama puede ayudar a que las mujeres pobres sin recursos ni acceso a los servicios tengan la consulta adecuada, el acceso a la cirugía que sea necesaria y a la quimioterapia que sea necesaria. Pero no haciendo campañas pinamarescas en un avión con un trapo escrito "tocate las lolas, viví tranquila" porque el auto-examen mamario solo sirve para enfermar sanas.

Y así, las cosas. Muchas, muchas veces, la buena voluntad podrá tranquilizar la conciencia de algunos. Pero no alcanza y crea problemas.

domingo, 15 de enero de 2012

Sobre la madre del borrego

Una respuesta de una amiga, especialista, endocrinóloga, admirable. Con la que no solo coincido, sino que creo que suma a lo que dije.
En cuanto al médico de cabecera de Cristina, un cirujano, no es que no lo sabía, pero asumí que podía saber ir adonde tenía que ir.
El comentario de mi amiga:

"Querido Charly:

Hace mucho tiempo que creo que los que tienen más dinero e influencias reciben la peor medicina. Si Cristina se hubiera atendido en el Hospital Durand, Ramos Mejía, Alvarez o Italiano, es altísima la chance de que no hubiera habido operación alguna, porque son lugares que tienen experiencia y esto, entre otras cosas, quiere decir que sus citólogos tienen la información para sacar sus estadísticas de falsos positivos y negativos que no es igual en todos los centros. Tener la información quiere decir saber luego de la operación si la citología coincidió o no con la biopsia postquirúrgica y con la de la congelación, que además se realiza casi en todos los centros de salud mencionados.
En los "centros diagnósticos" como al que la biopsia fue enviada, los pacientes no son luego tratados, en este caso, operados y por lo tanto los médcos que firman los informes no tienen "feed back" es decir que muchísimas veces no saben si lo que informaron estaba bien o estaba mal.
¿Por qué la PAF de Cristina fue a parar a un "centro diagnóstico"? Quizás porque su médico de cabecera, un cirujano, es amigo del dueño del lugar u otro colega amigo se lo recomendó, tráfico de influencias.
Esto no le hubiera pasado a Juan Perez, sin cobertura, residente en la Capital o tal vez en el Gran Buenos Aires (ver nota de La Nación del este domingo) que podría haber consultado en cualquiera de los hospitales municipales o nacionales).

Otro comentario, resaltado hoy también en una carta de lectores de La Nación, es que el médico de cabecera de la Sra. Presidenta es un cirujano. Mi querido Charly. ¿Cómo se te pasó esto? Esta puede ser la madre del borrego y no la opinión posterior mala o buena de los especialistas."

viernes, 13 de enero de 2012

Células presidenciales

Como suele suceder queridos, la cancha está tan embarrada, se ensució tanto "la escena del crimen" que no sé si vale la pena seguir.

Por un lado, porque no hay que hacer leña del árbol caído y saltarle a la yugular al citólogo, al patólogo, al que congeló por si congeló y al que no congeló por si no congeló, no tiene mucho sentido ni da placer a nadie que no sea perverso o que no tenga intereses políticos que, muchas veces, son perversos por naturaleza.

La tiroides de Cristina puede haber ido a parar a una bolsa roja de esas que se usan para enviar residuos patogénicos al CEAMSE (Cinturón Ecológico Área Metropolitana Sociedad del Estado) esa que se encarga de transportar y procesar debidamente los residuos orgánicos, o podrá quedar congelada y depositada en algún lugar o podrá ir al Museo de la Memoria o al del Bicentenario, detrás de la Rosada, al lado de los zapatos grandotes de Néstor donde la podamos ver dentro de una vitrina cuidadosamente iluminada. No culpen al citólogo que de entrada dijo que tenía un carcinoma papilífero. Eso, el falso positivo, es decir el diagnóstico de un tumor que no es tal, como bien se dijo, ocurre en un 2% y solo el centro en que se hizo, que maneja sus propias estadísticas, podrá saber si le ocurre más veces de las que debería ocurrir.

No estoy de acuerdo con Nelson Castro cuando dice "Fue un papelón para la medicina argentina". No doctor, la medicina argentina, en general, es mala, pero en este caso, en este tan especial caso, en este caso en que se disponía de tantos recursos, cárguele Dr. Castro, todo el papelón a quienes lo manejaron.

Desde la "A" y hasta la "Z" fue una retahíla de desatinos. Ni qué hablar de las opiniones de los expertos. Como el que dijo que sólo se puede saber si hay cáncer luego de examinar toda la tiroides. Cosa que es cierto. Pero no por eso nos vamos a sacar todos la tiroides.

Como un doctor importante que concluyó, en La Nación del domingo:
"El control del tratamiento, a cargo del médico endocrinólogo, debe ser minucioso, por medio del examen físico y de análisis hormonales periódicos. En estos pacientes, el mantener los niveles hormonales normales a lo largo del tiempo permitirá alcanzar el bienestar y una adecuada calidad de vida".
No doctor, no eche agua para su molino. El control del tratamiento es tan simple, que si instruyéramos a los pacientes podrían hacérselo solitos, evitando la exposición a agentes tan potencialmente peligrosos para la salud como lo son los médicos entusiastas.

Como otro experto, el Dr. Adrián Cameron, que dice hoy, en La Nación:

"Digo esto porque a pocos días de la noticia ya veo cómo influye en mi práctica diaria. Como médico, evito opinar sobre temas o indicaciones de otra especialidad salvo que crea necesaria la segunda opinión de un colega de mi confianza."
Olvidando (o ignorando) que los generalistas bien formados y actualizados estamos acostumbrados a y entrenados para decidir muchas cosas de muchas especialidades, para recabar datos, para cotejar experiencias, propias y no propias, experiencias de muchos centros, de publicaciones de discusiones clínicas. Olvidando que los especialistas ven una "realidad" muy sesgada que los acostumbra a comportarse de acuerdo a esa realidad.

Si vivo mucho tiempo en la sabana africana y cada vez que oigo galopar y levanto la vista veo cebras, mi mente se acostumbra, digámoslo así, a esa estadística de que "todo galope es cebra hasta que se demuestre lo contrario".

La práctica de un especialista, naturalmente, lógicamente, se convierte en sabana africana. Porque ven patologías serias mucho más frecuentemente que patologías banales.

Para mí, generalista, una joven estudiante de una carrera que no le gusta, asociada a unos padres exigentes que consulta porque se le empezó a caer el cabello, porque come poco y porque tiene palpitaciones, primero se llamará trastorno por ansiedad o angustia y, mucho más tarde, analizadas otras cosas, vistas otras cosas, discutidas otras cosas, podrá ser un hipertiroidismo. Para el especialista de tiroides, acostumbrado a oir el galope de las cebras, acostumbrado a que cada vez que oye "galopar" el corazón de una joven es más probablemente un hipertiroidismo, que ni siquiera pregunta que hace la joven, que ni siquiera sabe con quién vive, ni qué estudia ni qué le gustaría estudiar, lo primero y casi lo único en que pensará es en que está hipertiroidea o al menos que tiene que descartar hipertiroidismo. Y ni se le ocurrirá no hacerle ningún estudio tiroideo.

Un generalista bueno, también piensa en algún momento, si las otras cosas no cierran, en hipertiroidismo. Entonces le hace una determinación de una hormona, que se llama tirotrofina (o TSH) que permitirá confirmar o descartar el hipertiroidismo con alto grado de certeza. Y si tiene hipertiroidismo, ahí sí, consultará al endocrinólogo y éste la tratará. Porque los generalistas no sabemos tratar hipertiroidismos.

Y si esa joven tiene la mala suerte de ir primero a un cardiólogo, éste "oirá el galope" de enfermedades cardíacas sin saber qué estudia la joven, qué le gustaría estudiar, que piensan sus exigentes padres y luego de "electrocardiogramasporlasdudas", y luego de "ecocardiogramasporsilasmoscas" y luego de "algúnholterporsiacaso" le dirá que su corazón anda como un relojito suizo.

De manera que, Dr. Cameron, deje que, por suerte para los pacientes, los buenos generalistas sigamos opinando de cosas que "no son nuestra especialidad" pero que sí lo son, simplemente porque nuestra especialidad son los pacientes. No las tiroides, ni los corazones, ni los chinchulines. Los pacientes. Toditos, con su corazoncito y su casita y su mal empleo.

En mi primera nota de la tiroides presidencial, antes de que le vuelen la tiroides a la Presidenta, escribí de falsos positivos y de sobrediagnósticos.

A la tiroides de Cristina se la llevó puesta un falso positivo.

Pero también escribí que el carcinoma papilífero de tiroides era más bueno que el Topo Gigio y que si lo dejaban tranquilo, nos podía acompañar toda la vida. Que en la mayoría de los casos podríamos "convivir" tranquilos con el Topo Gigio y, también, con Pinocho Mareco a cuestas.

Porque hace treinta años, leí, creo que en un New England Journal of Medicine, que la mayoría de los papilíferos acompañaban a los pacientes a lo Topo Gigio. Porque leí también que aun dando extensas metástasis, éstas solo se conocían porque se le hacían estudios y se las encontraba, pero no porque se devoraban a su huésped.

Entonces, se me ocurrió, en mi discurso irresponsable de generalista desbocado (para la realidad del Dr. Cameron) que, una probable buena opción podría ser una hemitiroidectomía y que, en ese caso, (escribí) "La señora quedaría con media tiroides menos, no necesitaría hormonas y moriría a los muchos años de cualquier otra cosa, en el mejor de los casos, escribiendo sus memorias y dando entrevistas cuando se le canta en “su lugar en el mundo”, El Calafate".

Pero después, para sacarme la duda de si no había sido un bocón insensato, con la ayuda de mi amigo Jerónimo Cello, un cerebro en fuga inteligentísimo que investiga virus en la New York State University en Stony Brook, buscamos bibliografía y nos metimos en páginas webs de centros "pesados" con especialistas "más pesados que Muhamad Alí, Joe Foreman y Mike Tyson juntos".

Y Jerónimo, se metió de cabeza en el tema.

Jerónimo es mi sparring, el que me saca el protector bucal, el que me da agua, el que me pone el coagulante en los arcos superciliares cuando me los parten por bocón.

Jerónimo, después de ese primer round, me tapó con documentos y me dijo "Dale Carlitos que la pelea es tuya".

Y nos habíamos metido en las páginas del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, que viene a ser el Madison Square Garden de los centros de cáncer. Donde se trata todo cáncer que camina, donde se estudia todo cáncer que camina y donde "mucho cáncer que camina va a parar al asador".

Y vimos unos cuantos videos de especialistas de Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC) que hablan del cáncer de tiroides:

Primer video
Título: Tiroidectomía parcial vs total. Cáncer de tiroides: Preguntas y Respuestas
Habla el cirujano de cabeza y cuello Dr. Ashok R. Shaha
¿Qué dice?
Que hemos aprendido mucho de cánceres buenos y de cánceres malos y, en resumidas cuentas que la lobectomía (la resección de un lóbulo de la tiroides o hemitiroidectomía), es una opción absolutamente válida y segura en el cáncer de tiroides.

Segundo video
Título: Tiroidectomía parcial vs total. Ganglios linfáticos en el cáncer de tiroides
Habla el endocrinólogo Dr. R. Michael Tuttle
¿Qué dice?
Entre otras cosas, que el cáncer de tiroides tiene un comportamiento tan benigno (no dice tan Topo Gigio, pero allá debe ser más bueno que Barney) que, aun teniendo comprometidos los ganglios, casi no cambia la expectativa de vida.

Y siguen varios videos más...

¿Y qué hiceron los expertos vernáculos?

"Cristina tiene cáncer". Lo dijeron a los cuatro vientos ese mismo día. En lugar de parar la pelota, levantar la cabeza y salir jugando, como los buenos jugadores de fútbol.

No hicieron ver la citología por alguien ni más ni menos experimentado; igualmente experimentado, para sumarle dos ojos más al diagnóstico. Y habría sido muy bueno que ese "segundo opinador" no sepa que la tiroides que miraba en el microscópico era de CFK.

Se quedaron con el diagnóstico citológico.

Y podrían haberse callado.

Y podrían haber consultado.

Y podrían haber esperado.

Y, por lo que dicen los del MSKCC, le podrían haber sacado media tiroides (para enterarse después que tampoco había cáncer).

Pero...

Pero, en lugar de todos esos lugares.

Lo manejaron como si fuera una urgencia.

Como la urgencia de la que seguramente no se disponía aquel 27 de octubre en que Néstor eludió el Censo Nacional (y entre paréntesis, que probablemente debería haber tenido médicos, cerca, desfibriladores cerca, reanimadores experimentados cerca y no los tuvo).

Salieron corriendo a decir que Cristina tenía cáncer. La operaron a los pocos días. Si le hicieron biopsia por congelación (en el momento de la operación) y no había certeza de cáncer no le tendrían que haber sacado la tiroides. Si le hicieron la biopsia por congelación y les dio cáncer y después no tenía fue una metida de pata.

Y podremos seguir hablando días y días; años y años. Pero la realidad, es que el caso se manejó atropelladamente y a la luz de los resultados, mal.

Hay una canción del cantautor y poeta canadiense Leonard Cohen, que ganó este año el Premio Príncipe de Asturias de las letras que dice:

If you want a boxer
I will step into the ring for you
And if you want a doctor
I'll examine every inch of you
...
I'm your man
Si quieres un boxeador
Subiré al ring por vos
Si quieres un doctor
Examinaré cada pulgada tuya
...
Yo soy tu hombre

Si la ven a Cristina, díganle que me deje ser su médico.


Bibliografía, fuentes y colaboraciones

Jerónimo Cello, virólogo del Department of Molecular Genetics and Microbiology, School of Medicine, State University of New York at Stony Brook

Memorial Sloan Kettering Cancer Center. Videos sobre cáncer de tiroides

Karin Kopitowski. Jefa del Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Italiano de Buenos Aires. Por lo de células presidenciales y por lo de la segunda opinión para la citología. "cuatro ojos ven más que dos"

Leonard Cohen: I'm your man