miércoles, 2 de octubre de 2019

Odiseo me contará su resfrío


En Suecia, en los años de la mayor inmigración latinoamericana solían decir que si  un día soleado llegaba un latinoamericano en auto diciendo que tenía un terrible dolor en el pecho y que se estaba infartando, no hacía falta revisarlo y había que mandarlo a la casa; si en cambio el que consultaba era un sueco o un noruego que llegaba caminando silenciosamente un día destemplado y se sentaba en la guardia diciendo en voz baja que tenía un dolor en el pecho y que pensaba que podría ser “algo relacionado al corazón”, había que interrogarlo cuidadosamente e iniciar estudios tendientes a descartar lo que hoy llamamos síndrome coronario agudo. Pero si el que llegaba a la guardia, en medio de una tormenta nieve, en bicicleta, a la una de la mañana diciendo que tenía una pequeña molestia precordial, era un finlandés, inmediatamente había que ponerlo en protocolo “door to needle” e ir preparando el quirófano para una revascularización coronaria a cielo abierto.

Así como ante el dinero existen los pródigos, los que priorizan el consumo presente sobre el futuro y en consecuencia “despilfarran”, pagan vueltas de café o de bebidas, celebran sus efemérides pagando ellos y los avaros, que priorizan el consumo futuro sobre el presente,  en consecuencia “amarrocan”, evitan las mesas numerosas, no vaya a ser cosa de que los hagan pagar o que les cobren un vino o un postre que no han tomado.

Patrones de conducta que son y serán motivo de desvelo de los economistas, los segmentadores del márketing, los que te ponen esas ventanas que se te aparecen por todas parte después de que “googleaste” un perfume, un Mercedes Benz o un trapo de cocina. “Carlos, no te pierdas Alm, la última esencia de Beto Almada, Mercedes Puerto Madero te espera en su agencia, ¡Ya tenemos el último MB 18!; ¡Todolim Once! Un universo de trapos de cocina, desodorantes de ambientes y detergentes.

Y así como hay pródigos y avaros, consumidores de perfumes, Mercedes y trapos de cocina, en los resfríos diría que hay tres, patrones de conducta ante el mismo cuadro, el estoico, el indiferente ma non troppo y el Odiseo, el que cada resfrío lo convierte en un viaje de regreso de Troya a Ítaca.

El estoico, un estilo nórdico un vikingo solo irá al médico si lo llevan en una ambulancia con un paro cardíaco en ciernes.

El indiferente ma non troppo no le dará demasiada bola al resfrío pero no dejará de hacer una consultita por si las moscas.

El Odiseo no tolera el más mínimo síntoma y hará de su resfrío un largo regreso a Ítaca, donde Penélope lo espera con levofloxacina. Una letanía de consultas “buscando ese mango que lo haga comer” es decir buscando ese médico que le dé algo distinto.

El primero le dará paracetamol, el segundo le agregará  la plaquita de tórax y la N-acetilcisteína, el tercero lo nebulizará y le dirá que siga con el paracetamol y la N-acetilcisteína y por si acaso le agregará un antihistamínico, el cuarto, a todo lo demás le agregará nebulizaciones, con salbutamol o ipratropio y… ¡Cha, cha, chaaaaaaaaannnnn! ANTIBIÓTICOS. El antibiótico “más de onda”. Por mucho tiempo estuvo de onda la claritromicina, luego la azitromicina y ahora la levofloxacina “levofloxa” en jerga canchera.

Por supuesto, que cuando llega la levofloxa, a la tercera o cuarta consulta (Odiseo no dejará de llamar médico a domicilio), ya la virosis habrá cumplido su ciclo y casi por arte de magia al primer día de levofloxa, el tipo empezará a mejorar y la falacia se cantará a tambor batiente: la levofloxa me curó y los demás no dieron en la tecla.

Hace unos días tomé una foto de las recetas con letra de médico que una colega, que asistió en domicilio a uno de mis pacientes, le entregó a modo de lista de indicaciones.

No pongo las fotos porque en ellas está el nombre del paciente; el de la colega no, puesto que no firmó ni selló, probablemente, por temor a ser criticada. Muy fundamentado temor de haber sabido ella que el paciente era paciente mío.

Las indicaciones, numeradas, eran las siguientes:
1.       Amoxicilina –clavulánico (pone la marca): 1 comprimido cada 12 horas, luego de alimentos
2.       Paracetamol 1 comprimido cada 8 horas X 3 días
3.       N-acetilcisteína (pone la marca): diluir un comprimido en medio vaso de agua, cada 12 horas X 5 días
4.       Nebulizaciones con solución fisiológica 15 gotas + 20 gotas de ipratropio (pone la marca) cada 8 horas X 7 días
5.       Budesonida, nebulizaciones con 30 gotas cada 12 horas

Acompañaba a las mismas, un dibujito a modo de “mapa conceptual”: 

 


  

No me río de la colega, para nada. Pero aun entendiendo que en una consulta domiciliaria ante un  Odiseo, muchas veces la sobreactuación actúa como antídoto, creo que ciertas cosas tenemos que aprender y ciertos “códigos”, léase evidencia científica, debemos aprender y observar.

Año a año, la gente se resfría, tiene lo que se llama virosis del tracto respiratorio.

Año a año, los virus que producen esas virosis respiratorias van cambiando, entonces las características de la enfermedad cambian; algunos años dan mucha tos y todos andan con mucha tos, otros años empiezan con dolor de garganta entonces la mayoría de la gente empieza su cuadro con dolor de garganta, otras veces duran más de lo habitual, hasta tres o cuatro semanas, desde el comienzo hasta que se va el último síntoma.

A su vez, cualquier individuo normal, padece anualmente  tres o cuatro virosis respiratorias.

Los médicos, por nuestra parte, sabemos que viene el primer caso, luego el segundo, luego el tercero, muchas veces “caemos en la volteada” y nos enfermamos nosotros mismos pero al tercero o cuarto que viene, ya vemos al paciente entrar al consultorio o lo escuchamos por teléfono, o leemos su email  o su WhatsApp y en las primeras palabras, ya sabemos de qué se trata y qué hay que hacer.

Sin embargo, existen en la gente lo que se llamaría “patrones de conducta”.

Al tercero, cuarto o quinto Odiseo que vemos trasponer la puerta de nuestro consultorio o escuchamos por teléfono en época de resfrío, pensamos Uhhhh! me va a contar su resfrío.

Y así es la cosa.

Doctor, empecé el miércoles pasado… no, miento no fue el miércoles porque el miércoles fui al club y me sentía bárbaro, aunque ya a la noche sentía como un dolorimiento en la garganta. Me dije a mí mismo, ya se te va a pasar, a la mañana siguiente amanecí con dolores en todo el cuerpo y la voz tomada, al mediodía ¡Para qué! ¡No me salía la voz!. No pocas veces el mártir viene acompañado de cónyuge que aclara síntomas, corrige fechas y cita referencias témporo espaciales como por ejemplo:

-Ya cuando estábamos en lo de la Chola me dijiste que no estabas bien.

O mirándonos a nosotros:

-¡Es tan cabezadura doctor!

Algunos, extremadamente “documentalistas” insistirán en mostrarnos la expectoración con un hilito de sangre que traen atrapada en un pañuelo.

Como médico escuchando estos relatos de experiencia, las debo haber hecho todas.

Al principio, la soberbia me llevaba a cortarlos de pique diciéndoles: No me venga a contar su resfrío porque son todos iguales, o diciéndole que el ambroxol no sirve para nada, que la loratadina es para las alergias y esto es un resfrío, que “quién fue el animal que le dio claritromicina”, que el hecho de que el moco se ponga verde no es motivo para darle antibióticos y que si tenía diarrea era por el clavulánico… y mil cosas más.

Y el tiempo pasa y los resfríos no cambian, los estoicos no van, los indiferentes ma non troppo van por si acaso y los mártires se llevan puesto el sistema de salud, las guardias y las consultas a domicilio y los broncodilatadores y la levofolxa.

Una de las cosas que aprendí es que la mejor forma de perder un paciente y ganarse un detractor público es cortar en seco a un mártir y minimizarle su odisea viral… te odiará por toda la vida y divulgará a viva voz sus porqués en cuanta sala de espera le toque estar.

Igualmente creo que muchos médicos que ven consultas de guardias o demanda espontánea y también los Odiseos que peregrinan sus virosis por cuanta instancia de consulta se les ofrece, deberían saber ciertas cosas:
  1. Los antibióticos no modifican el curso de las virosis respiratorias, casi no tienen pertinencia en ningún caso, no raras veces (clavulánico) tendrán efectos adversos y lo de que “generan resistencia” no es un invento.
  2. La N-acetilcisteína para lo único que sirve es para que quien la fabrica y comercializa, con mucha genialidad, siga aumentando sus ingresos.
  3. Los vapores no sirven para nada
  4. Las nebulizaciones con broncodilatadores, solo son útiles en casos de broncoespasmo, pero los roncus y algunas sibilancias que auscultamos son generalmente por moco, no por espasmo
  5. Los antihistamínicos tampoco agregan nada porque el componente anti-inflamatorio no es alérgico.
  6. Poco podemos hacer para cambiar patrones de conducta y Odiseo seguirá Odiseo.
  7. Minimizarle el síntoma o interrumpirle el relato a un Odiseo, va a hacer que nos odie
  8. A los patrones de conducta no los podremos modificar, el avaro seguirá avaro, el pródigo, pródigo, el estoico, estoico y Odiseo, Odiseo, pero nuestras conductas sí, fundamentándolas, siendo racionales.





Ulises y Nausicaa – Óleo sobre tela – Jean Veber - École Nationale Supérieure des Beaux-Arts, Paris.