Los monos, los monos
Por Carlos García
Costumbres médicas sin sustento
Las formas de prescripción, presentaciones y administración de muchísimas —la mayoría— de las drogas no tienen soporte científico y, en muchos casos, está plenamente demostrado que no tienen utilidad. Sin embargo, las razones comerciales son poderosas y condicionan fuertemente su utilización. Más aún, muchos médicos prescriben medicamentos porque lo aprendieron de otros, sin jamás haberse preguntado si la prescripción es racional.
Un ejemplo muy lindo —de un experimento que en realidad nunca se realizó— ilustra cómo operan las costumbres, despegándose de la racionalidad.
Los primeros monos y las bananas como tentación
Esta fábula cuenta que unos científicos encerraron a cinco monos dentro de una jaula. En el centro colocaron una escalera y, encima, unas bananas. Siempre había un mono más espabilado que subía primero para agarrarlas. Cuando eso sucedía, los científicos lanzaban un chorro de agua helada sobre los que se quedaban abajo. Tiempo después, los monos asumieron que entre la escalera y el agua había una correlación. Así, cuando un mono intentaba subir, el resto lo golpeaba.
Nuevos monos entran al experimento
A medida que se reemplazaban los monos por otros nuevos, se repetía el patrón: el nuevo intentaba subir, y los demás lo golpeaban. Incluso aquellos que nunca habían recibido agua fría participaban en las palizas. Al final, cinco monos nuevos seguían golpeando a cualquiera que se acercara a las bananas… sin saber por qué.
¿Y la medicina? Igual
Muchísimos actos humanos —incluidos los médicos— se hacen simplemente “porque así se hacen”, sin desafío cognitivo alguno. Veamos un ejemplo común.
La inyección “fuerte” para el dolor de espalda
¿Cuántas veces oíste que a alguien con dolor de espalda “le dieron una inyección fuerte”? Generalmente, contiene:
- Diclofenaco (un antiinflamatorio),
- Betametasona (un corticoide),
- Vitamina B12.
Si un mono la hubiese prescripto, no lo habría hecho de modo muy distinto.
❌ Vía intramuscular
Solo tiene justificación si el paciente no puede tragar. Su efecto no es más potente ni significativamente más rápido. Tachame la vía intramuscular.
❌ Corticoides para lumbociatalgia
Ofrecen un beneficio modesto y de corta duración, sin relevancia clínica en la mayoría de los casos. Tachame los corticoides.
❌ Vitamina B12
No hay evidencia de beneficio en lumbociatalgias. Tachame la vitamina B12.
Y sin embargo, los monos las siguen prescribiendo...
La fantástica historia de la vitamina C
Linus Pauling, el doble Nobel
Linus Pauling obtuvo el Premio Nobel de Química en 1954 por la descripción de los enlaces químicos, y el Premio Nobel de la Paz ocho años después por su campaña contra las pruebas nucleares terrestres. Dos Premios Nobel (solo cinco personajes más, entre ellos Marie Curie, obtuvieron dos).
Pero, como suele ocurrirles a muchos seres humanos —con los argentos a la cabeza—, Linus se subió al caballo y se sintió en derecho de opinar de todo; se la creyó. En otras palabras, se convirtió en un chanta.
La pandemia abrió un excepcional muestrario de opinólogos chantas, que habían sido buenos en algo y se creyeron capaces de opinar de todo. Nuestro mismísimo Favaloro fue alguien que trabajó en el desarrollo de un procedimiento muy útil, que distó mucho de ser el principio de Arquímedes o la teoría de la relatividad, y luego se calzó el sayo de científico, de genio, y terminó horrible.
La gran falacia de Pauling
Fue su afirmación infundada de que megadosis de vitamina C (muy por encima de las recomendaciones normales) podían prevenir y curar resfríos, gripes e incluso cáncer.
Qué sostuvo:
- Promovió el consumo de dosis masivas (hasta 18 g por día).
- Escribió Vitamin C and the Common Cold (1970).
- Dijo que también trataba el cáncer y prolongaba la vida.
El problema:
- La vitamina C no previene el resfriado común.
- Puede acortar levemente su duración, pero no lo cura.
- No hay evidencia sólida de eficacia contra el cáncer.
El origen del error:
- Estudios de baja calidad, sin grupo control o con muestras pequeñas.
- Su prestigio le dio credibilidad pública, pese a no ser médico ni experto en biología clínica.
Confundió hipótesis con evidencia. Así nació un mito médico persistente: la medicina ortomolecular.
Los betabloqueantes y el reemplazo hormonal
Si en mi época, en un examen de farmacología o clínica, decías que un paciente con insuficiencia cardíaca podía recibir betabloqueantes, te aplazaban: estaban contraindicados. Hoy, no prescribirlos es mala praxis, porque mejoran sustancialmente la función del corazón.
Durante más de una década, se sustituyeron las hormonas a toda mujer menopáusica. Hoy, sabemos que los riesgos superan los beneficios.
Concluyendo
Muchísimos actos médicos no tienen fundamento, y sus resultados adversos superan los beneficios. Pero se siguen haciendo. En muchos casos, por presión del mercado. Los miles de toneladas de vitamina C vendidas inútilmente han engrosado las arcas de la industria. Algo similar ocurre ahora con la vitamina D.
Basta que un mono la ligue, para que el resto haga lo mismo.
Aclaración acorde a los tiempos
Cualquier semejanza de mi relato con el de Milei es solamente cuestión “musical”.
Milei me parece otro mono, mucho más agresivo y salvaje, que por tener alguna base racional y aciertos —como que la inflación genera pobreza, que el gasto público no puede ser mayor a la recaudación, y que el Estado no debe estar lleno de parásitos— está al borde de tirar agua helada a diestra y siniestra, y empeorar aún más las cosas, como lo vienen haciendo sistemáticamente quienes nos gobiernan.