martes, 18 de diciembre de 2012

Éramos pocos


El otro día me quejaba… aclaro que vivo quejándome, pero no como la Gata Flora (y no te lo tomes a mal lectora Flora que no hablo de vos, hablo de la gata), me quejo siempre en la misma dirección; me quejaba decía, de una campaña de detección “al paso” de aneurismas de aorta abdominal. Mencionaba lo bobos (y a veces no tanto sino que les pagan para ello) que son los periodistas cuando hablan de salud, cuando se prestan a campañas, cuando le dan voz (y voto) a conspicuos médicos mediáticos, que suelen ser ignorantes de su ignorancia (que es el peor de los estados, porque el que no ignora que ignora, estudia, se documenta) o a conspicuos periodistas “científicos” que escriben en nuestros matutinos nacionales, cuyo nivel de escritura y abordaje de temas científicos es tan superficial, tan sensiblero y propagandístico que, si no fuera por el olor a “plata bajo la mesa” que tienen, uno diría que son imbéciles (y que me disculpen los imbéciles, pobrecitos). Y no es que este olorcito a “plata bajo la mesa” los exculpe, pero, claro está, en la Argentina posmenemista, ganar plata (y mostrarla) aunque sea de cualquier forma, es bien visto. Y si uno, en una mesa de café o en una reunión de médicos mediáticos habla de las barbaridades que dice fulano o fulana por radio y televisión, rápidamente, en un santiamén, el “gil” sos vos. Enseguidita algún vivo te dice ¿Vos sabés la guita que cobra fulana del laboratorio tal? ¿Vos sabés cuánto le pagan a Pedrito por decir por radio que todos los ciudadanos tienen que recibir la vacuna contra la envidia, porque se viene un virus de envidia de Europa que nos va a dejar a todos culo parriba? Y claro, uno mira su departamento, medio caído de sanitarios y con alguna manito de pintura de menos, y mete violín en bolsa y se va, cabizbajo, con la música a otra parte. Porque este doctor de sedosa voz,  de trajes claros, de ojos celestes, de tostado Caribe permanente, de corbata amarilla de Hermes y tiradores, y camisa a bastones de cuello blanco (bastante grasa, bastante menemista digamos) tiene auto alemán, vive en Barrio Parque, tiene country en Pilar y recibe plata hasta por los caños del agua che… qué joder. 
¿Suena creíble esto?

Me estoy yendo por las ramas…

Les decía que me quejaba de las campañas insensatas, cuando, por Radio Mitre, escucho la voz apesadumbrada de Emilio Disi, diciendo que su hermano, Pepe Parada había muerto de cáncer de próstata y terminaba diciendo algo así como “Que no te pase como a mi hermano, que no te sorprenda el cáncer de próstata, hacete ver una vez al año”. Y rapidito, la firma de una Obra Social.

Éramos pocos y parió mi abuela, me dije. Les digo.

Como ustedes sabrán, la búsqueda sistemática de cáncer de próstata en pacientes sanos y sin síntomas redunda en carnicerías de prostatectomías (resección de la próstata), que pueden tener efectos adversos como impotencia sexual (muy frecuente), incontinencia urinaria (bastante frecuente) y que, cuya aplicación sistemática NO REDUJO LA MORTALIDAD POR CÁNCER DE PRÓSTATA.

Se los digo de nuevo y de otra forma, para que me entiendan. Encontramos cánceres de próstata a rolete cuando los buscamos, pero los que se iban a morir se mueren igual y muchos (muchísimos) que se iban a morir de otra cosa sin siquiera enterarse que tienen cáncer de próstata, se mueren, de la otra cosa, llevando por años la pesada mochila de tener cáncer y (lo que más me calienta, si me disculpan el tonito) diciendo que el doctor Seisdedos “me salvó la vida”. El doctor Seisdedos tiene seis porque los cinco no le alcanzan para contar plata y hacer tactos rectales a la vez.

Las asociaciones, serias, que investigan sistemáticamente los resultados de estas campañas (como la U.S. Preventive Services Task Force) recomiendan NO hacer PSA (un examen de sangre para detectar cáncer de próstata). Aclaro:

No es que no recomienden hacerlo. Es que RECOMIENDAN NO hacerlo.

Del dedo (en la cola) de Seisdedos, no hablan pero es lo mismo.

Sin embargo, una Obra Social, hace una campaña por radio; gasta la guita de sus afiliados recomendando un procedimiento que está recomendado NO hacer.

¿Me entienden? ¿No es para calentarse che?

¿Qué hay detrás de todo esto?

Me imagino que varias cosas (separadas o todas juntas) pueden influir:

  • Un gerente médico (que en general no fue buen médico y tampoco es muy buen gerente) “entusiasta” por las campañas bien vistas pero ignorante (en el mejor de los casos) de la inutilidad (y lo que es más grave, iniquidad) de su campañita.
  • Un gerente médico (el mismo) que puede recibir un sobrecito con uno que otro pesito de alguna sociedad a la que le conviene el diagnóstico de cuanto cáncer hay, el tratamiento de cuanto cáncer hay, la difusión de la cancerofobia y esas cosas. El tipo gasta tu plata, a vos te agarra Seisdedos, te opera, vos te quedás sin próstata, Seisdedos se va “al Uruguay” (como le dice la gente fina a Punta del Este), y el Gerente, pa no ser menos, también se va “al Uruguay”.
  • Un Emilio Disi, lego (porque en este caso no se lo puede rotular de “ignorante” porque no tiene por qué saber medicina), que presta su voz (espero que no cobre por eso) para recordar a su hermano y “abrirte los ojos” para que Seisdedos te meta el dedo y te solicite un PSA.
  • Nosotros (ustedes bah! porque a mí no me agarran) que nos creemos todo cuanto nos dicen y que, desesperados por no morir jamás, salimos corriendo a lo de Seisdedos a “prevenir”.
  • Un montón de legos desconfiados que al leer este blog, hará paranoicas elucubraciones de quién me pone guita a mí, para dejar que la gente se muera como moscas… (sin ir más lejos, lean los comentarios que hace “la gente” en los artículos de los diarios).
Estimados: Hay muchas cosas que se pueden hacer para prevenir en serio. La mayoría, cosas no médicas.  Hay muchos actos médicos que hacemos los buenos (modestia aparte) médicos para prevenir o diagnosticar precozmente (que significa diagnosticar para curar). Pero también hay muchos (muchos, muchísimos) actos médicos que gastan una enormidad de plata (campañas carísimas en medios carísimos de difusión, consultas médicas, procedimientos diagnósticos, tratamientos quirúrgicos, tratamientos oncológicos, seguimientos oncológicos, radioterapias, etc.) que no mueven un milímetro la aguja de la mortalidad.

Y también hay actos no médicos que no se hacen y que si se hicieran, moverían bastante (y en poco tiempo) la aguja de la mortalidad:

  • Como hacer autovías dobles en una Argentina donde se mueren 7.000 ciudadanos por año y otros tantos (me imagino) quedan discapacitados en accidentes de tránsito.
  • Como alimentar bien a todos los chicos.
  • Como educarlos bien. Porque, Oh sorpresa! si uno les educa los tipos aprenden a comer bien, a lavarse los dientes, a no fumar paco. Pero ¡Ojo! que si “crecen” mucho económicamente pueden empezar a vestirse con trajes té con leche y corbatas de Hermes y salir a coimear (en la Argentina nunca sabemos qué puede pasar).
  • Como varias cosas más, que no son cuestiones médicas sino cuestiones políticas.
  • CUESTIONES POLÍTICAS, ¡CASI NADA!
El otro día lo oí a Juan Carr (Luchemos por la vida) recomendar el uso de casco a los que andan en bicicleta. Hace un par de años estuve en Amsterdan, donde las bicicletas son miles y miles, vi que no usaban casco y me pregunté ¿Hará falta el casco? La respuesta al menos merece un estudio sistemático antes de largarse a promulgar el uso de cascos y aumentar exponencialmente las ventas de cascos que podrían no servir para nada.

Nuestra salud está en manos de políticos (Obras Sociales Provinciales, Ministros de Salud) y Sindicalistas que no saben nada de salud, que vivieron toda la vida malgastando y coimeando con nuestros aportes personales y que se desviven por cortar cintitas inaugurando un tomógrafo por el que coimean como locos y que solo unos pocos podrán usar. Y aclaro, no estoy en contra de los tomógrafos sino en contra de quienes los usan inapropiadamente.

P.D.1: Si quieren ampliar sobre por qué no recomiendo la búsqueda de cáncer de próstata pueden leer mi nota ad hoc:

Información a mis pacientes: Por qué no recomiendo el rastreo de cáncer de próstata


P.D. 2: Si lo ven a Emilio Disi díganle que deje de sentir culpa por la muerte de Pepe. Pepe se murió porque era de los que se tenía que morir. Y díganle que su voz, está recomendando una práctica que es más el daño que hace que lo (casi nada) que previene.

P.D. 3: Si les dicen que soy otro coimero  que me conviene que la gente esté enferma y se muera díganle que se vaya a la…

jueves, 22 de noviembre de 2012

La Feria del Aneurisma


Esta semana hubo dos ferias en Buenos Aires; la Feria Masticar Buenos Aires donde uno podía ir y encontrarse con Narda Lepes, Fernando Trocca, Tommy Perlberger y como dice su aviso, comer,  probar, oler, compartir, conocer y aprender. Hasta te podías sacar una foto con Narda Lepes y probar alguna de sus exquisiteces. La feria fue un éxito, afortunadamente no fui. Ni se me ocurrió ir. No comparto esas pasiones porteñas de hacer una cola de media cuadra para comer un postre de Narda o, como en la Noche de los Museos, recorrer desaforadamente en pocas horas diez museos, hacer colas y pisotearse para salir no teniendo claro si Fortunato Lacámera pintó La Gioconda o si Lino Spilimbergo pintaba o hacía unos alcauciles braseados para chuparse los dedos. La proximidad y profusión de eventos masivos puede llevar a confusiones antiestéticas.

Otra “feria”, de muy distinto cariz e impredecibles implicancias fue La semana del aneurisma de aorta abdominal donde gracias al “desinteresado” auspicio educativo de una industria fabricante de equipos de diagnóstico, expertos cirujanos (expertos en y ávidos por operar, seguramente) te proponían darte una vuelta por el Hospital de Clínicas y con una simple pasadita de ecógrafo, podrían diagnosticarte un aneurisma de aorta abdominal y “salvarte la vida” en breve pero no menos emotiva ceremonia. Ceremonia que implica abrirte la panza y restaurarte tu aorta enferma o bien, entrar con un catéter por una arteria de la ingle y ponerle una mallita, una especie de camisetita, un poco más compleja, aunque bastante más cara, a tu aorta, para que no se vaya a hacer la loca y dejarte de a pie justo en el momento en que podías disfrutar de tu jubilación de mil pesos yéndote con la patrona al Caribe.

Gilbert Welch en su muy bien escrito libro “Sobrediagnosticado: enfermando a la gente persiguiendo la salud” dice:

“Los médicos, son cada vez más hábiles de ver más y más lo que significa que ellos encontrarán cada vez más anormalidades que significan menos y menos. El problema es claramente relevante en la medicina clínica, particularmente cuando la severidad de una condición es definida por su tamaño. Los aneurismas de aorta abdominal son un clásico ejemplo de este fenómeno”

Un aneurisma es una dilatación de una arteria, que se estira, que se debilita y que dependiendo de la dimensión de estos trastornos puede llegar a romperse, provocar una dramática pérdida de sangre y causar la muerte. Un aneurisma grande tiene un alto riesgo de ruptura, un aneurisma pequeño tiene un pequeño riesgo de ruptura.

Antes los médicos detectaban los aneurismas palpando la panza y su capacidad de detección dependía obviamente de muchos factores como la habilidad y las ganas de encontrar aneurismas del galeno y el tamaño de la panza del paciente entre otras cosas.

Con el advenimiento de los chiches diagnósticos que bien usados pueden ser muy útiles y mal usados pueden ser tan peligrosos como un mono con una navaja, la posibilidad de diagnosticar “cosas” aumentó exponencialmente. Exagerando un poco la cosa, uno puede llegar a leerle la mente a las células y saber qué travesuras están dispuestas a hacer. Lo que no decimos es que las intenciones de las células muchas veces son mucho más inocuas que el entusiasmo de los médicos. Estas habilidades diagnósticas muchas veces residen en un aparato extremadamente sensible (un ecógrafo, un tomógrafo un resonador magnético) en hábiles manos capaces de sacarle el jugo al chiche, pero que si (estas hábiles manos) son extremidades de un cerebro poco adaptado, como no es raro encontrar, pueden llegar a causar estragos.

Los aneurismas de la aorta abdominal son fácilmente detectados y medidos por un ecógrafo. En un estudio se confrontó la habilidad médica de la palpación con el examen ecográfico en una población de 201 hombres con riesgo aumentado de tener tal aneurisma. Las manos exploradoras encontraron cinco mientras que los ecógrafos detectaron dieciocho. De estos trece aneurismas que fueron detectados por el ecógrafo y no por la mano (dieciocho menos cinco me da trece) uno era mayor de cinco centímetros, cuatro medían de 4 a 5 centímetros y ocho eran pequeños (menores de 4 centímetros).

La mayoría (90 por ciento) de los aneurismas detectados son de tamaño menor que el recomendado para operarse. Entonces, dice Welch “…cuanto más usamos tecnologías avanzadas de imágenes encontramos cada vez más-pero lo que encontramos son anormalidades más pequeñas. Los pacientes nuevamente diagnosticados tienen el riesgo más bajo de tener problemas- y el riesgo de sobrediagnóstico es cada vez más alto.

Ya expliqué en otros pasajes qué era sobrediagnóstico. Lo repito brevemente: sobrediagnosticar es encontrar problemas que nunca le causarán nada al paciente excepto tener la preocupación de haberse diagnosticado ese “problema”. Problema que si no iba a modificarle su vida, le creamos, los médicos al paciente.

Con la detección “al paso” como se propone desde tan sublime institución, de aneurismas de aorta abdominal, es mucho más probable que le demos la “Bienvenida al Club de los Aneurismas” a muchos individuos que empezarán a ver una espada desenvainada sobre su impía cabeza. Una espada de Damocles, un aneurisma dispuesto a estallarle en pleno crucero caribeño. Aclaro que es una ironía, puesto que probablemente quienes expongan su pancita a los ecógrafos y ecografistas deben estar más preocupados por llegar a fin de mes que por contratar un crucerito en el Caribe y muy seguramente no tendrán un médico en serio que se ocupe de hacerlos dejar de fumar, bajarles la presión y el azúcar y rogarles que caminen un poquito; maniobras seguramente menos peligrosas que andar buscando con aparatitos catástrofes potenciales. Honrosa excepción a esta ley de que los pobres la pasan peor, la de la tiroides de nuestra señora Presidenta a la que le entraron a sangre y fuego para desalojarla de su cuello en una clara y entusiasta maniobra sobrediagnosticadora (léanse mis notas ad hoc).

¿Es recomendable buscar aneurismas de aorta abdominal? Sí, lo es. Pero no al que pasa, ve luz y entra sino a poblaciones seleccionada en base a sexo (hombres) edad (mayores de 65 años) y hábitos (que hayan fumado).

Si los galenos entusiastas del otrora prestigioso Hospital de Clínicas tomaron esas precauciones, es decir si se lo hicieron solo a los hombres, mayores de 65 y que fuman o habían fumado. Esta boca no es mía, apago la PC y no escribo más. Ellos habrán aumentado su habilidades quirúrgicas, la industria de la tecnología habrá vendido más ecógrafos y algunos de sus operados (solo algunos y nunca sabremos cuáles) habrán salvado su vida. Pero si como sospecho, porque conozco a mis colegas como si los hubiera parido a todos y porque ya me enteré por esos otros galenos mediáticos, que hablan de todo en los programas radiales y dicen barbaridades, porque jamás ven un paciente,  que le hicieron ecografía a las mujeres también… si eso ocurrió:

  • Los galenos abusando de su poder diagnóstico enfermaron gente.
  • Los galenos, por su picardía diagnóstica operarán (y aprenderán a operar) mucho más y muchos más que jamás se habrían enterado de la fatalidad de su aneurisma.
  • Los vendedores de equipos sofisticados (léase ecógrafos) que seguramente pagaron la propaganda y los sanguchitos del cóctel del Triple AAA se harán su propia fiesta porque los llamarán de pueblos de la Argentina Profunda algún intendente de generosa mano y les comprará un ecógrafo en lugar de darles de comer a los chicos, abrigarlos y educarlos.
Un consejo: si le gustan las aglomeraciones y las cosas masivas y está entre ir a ver quince museos en una noche, hacer cola para comer un canapé o pasar por un consultorio médico que hace mucha propaganda. No lo dude, intoxíquese de arte o haga una hora de cola para comer un canapé de Narda Lepes.  Saldrá mucho más contento y con mucho menos riesgo, no espere que lo acompañe, pero si ve alguna tartita rica acuérdese de mí y comparta, no sea glotón.

La Argentina tiene un sistema de salud caótico, fundamentalmente en manos de políticos y sindicalistas que jamás leyeron un libro de salud pero que huelen una coima con la habilidad de un perro labrador entrenado.

Es en estas campañas paroxísticas, irracionales y desarticuladas que aparecen del día a la noche donde suele verse este caos. Pero muy pocos lo ven.

Cuando, en mi casa, a la tardecita, me pongo a escribir, escucho la radio. Es un buen método para saber que no tengo un aneurisma abdominal ni cerebral (los hay también en el cerebro y ya aparecerá algún “Albert Schweitzer” ofreciendo encontrarlos). Si lo tuviera, me habría reventado mil veces al escuchar las bestialidades de estos galenos que no ven pacientes, que tienen una boca enorme y que le llenan la cabeza a la gente.

Ahora, estoy por escuchar un programita de radio donde, entre otras consignas estúpidas para pasar el rato, un “fitoterapeuta” nos expondrá su ciencia. Y ya mismo cambio de estación de radio porque este estúpido que empieza su programita a las nueve, no conforme con la fitoterapia, nos va a  asustar a todos con la esclerosis múltiple y la distrofia muscular progresiva y mañana todos vamos a tener alguna de las dos.

Como decía Inodoro Pereyra o su perro Mendieta ¡Qué lo parió!

viernes, 6 de julio de 2012

Hola - Chau


Entre tantas otras razones para no vivir en Estados Unidos, esta esta, de que el teclado que me toca, no tiene acentos, que desde las 9 de la noche del viernes y hasta las 11 de la manana del miercoles (tampoco dispongo de enies y aunque se que en alguna parte apretando alt y ciento sesenta y algo, estara, como la á lo está con el Alt-160, pero es un trastorno escribir asi, asi que olvidense de los acentos). Todo ese tiempo, decia,  110 horas, estuvimos sin luz, lo que significa sin aire acondicionado, con temperaturas de 101 grados F que si se ponen a sacar la cuenta o van a este enlace: 
les da 38,3 C, sin musica, sin lavarropas, sin Internet, sin WiFi, y sin algunas otras cosas mas. Por suerte, el agua no se corta, como pasa en mi edificio de Buenos Aires.
El Independence Day lo pase con Julio y Joy, mis amigos, andando en bicicleta por Washington. Fue muy lindo y hasta original andar por las calles vedadas al transito de vehiculos, excepto los policiales, las ambulancias, las de los servicios secretos, las motos policiales y los carros de bomberos que eran casi mas que los vehiculos que transitan diariamente por Washington. Habia conciertos en "El Mall" (ese espacio que va desde el Capitolio hasta el Lincoln Memorial) y a las nueve de la noche, la frutilla del postre eran los gigantescos fuegos artificiales en el Washington Monument, el obelisco, varias veces mas grande que el nuestro. 

Como nunca me gustaron mucho los fuegos artificiales y siempre deteste las aglomeraciones, juzgue que Dios me daba una maravillosa oportunidad para no ir al Mall, a pasar calor y apretujones. 

A la tarde, en una de las tantas escalas de refrigerio que hicimos, en las que en general duplicaba en ingresos las calorias egresadas con el bicicleteo, saque mi tarjeta de credito para pagar la cuenta justo en el momento en que mi amiga Joy extendia su mano para decirme que pagaba ella lo que provoco la caida de mi tarjeta, con la particularidad de que estabamos parados en una de esas rejillas que utilizan las companias de electricidad o de lo que sean y con la particularidad de que mi tarjeta de credito decidio caer en forma totalmente vertical y pasar casi sin tocar las rejillas para "descansar" alla abajo a unos cinco o seis metros mientras Joy pedia que la saquen y el barman no veia la cosa facil. Nos dio su numero y tomo nuestro e-mail con la idea de probar suerte cuando la gente se vaya. No lo logro y nos lo comunico solicitamente. Washington 2 - Charly 0 y eso fue todo. Por suerte, ni bien salimos de casa, volvio la luz y con ella el confort. 

Lo demas, muy bonito. Festejamos el cumpleanios de Julio, algunos paseos y comidas y hoy visita al Washington Hospital Center donde Julio es Jefe de Cardiologia, visita a la Unidad Coronaria y muchas, muchas, ganas de atrasar uno anios el almanaque ponerme un ambo y unas crocs (ahora usaria crocs) y llenarme de sangre venosa y arterial, y vomitos.


Y pensando en La Residencia (así, con mayúsculas) me vino a la mente una alegoría un poco biográfica.

Cuando hace ya unos cuantos anios vivi por un tiempo en Estados Unidos, el idioma (nunca me fue facil ni me senti comodo con los idiomas distintos del mio) y mi pudor por no dominarlo, eran probablemente los principales escollos que tenia. Situaciones de la vida cotidiana, como tener que ir a una ferreteria a comprar un "burlete" o una "sopapa" o un "puniado de tachuelas" se convertian en trampas mortales a mi dignidad. Ni que  hablar, cuando mi mujer no tenia mejor idea que "pidamos pizza". Un aparentemente inocente acto que significaba que alguien de esos ceroochocientos tratando de ser lo mas expeditivo posible me iba a preguntar si queria la pizza, grande, chica, mediana, cuadrada, con morrones, con chorizo, con repollo, con rucula, con romero, con semillas de amapola, con queso, con burlete, con sopapa o con tachuelas, mientras de este lado del telefono y a un metro mio mi mujer cambiaba permanentemente de ideas y gustos y me senialaba que una de las canillas de la pileta de la cocina tenian una perdida y que ni bien cortara con el delivery tendria que llamar al de mantenimiento para explicarle el drama hidrico que viviamos. Muchas veces pense que habria sido mejor suicidarme que comer pizza. Sin embargo, me daba cuenta de que cuando las cosas entraban por necesidad, a presion y de a muchas a la vez, quedaban bien grabadas. Y me acordaba de mi residencia, en esos anios bastante reciente. 


Me acordaba cuando el segundo dia de residencia, despues de haberme quedado de guardia a la noche y no haber pegado un ojo, y haberme caminado el Hospital (y este tambien va con mayusculas) varias veces con llamados a los que acudia desesperado porque, en ese entonces las "tachuelas" no eran "tachuelas", los burletes no eran "burletes" y las "sopapas" no eran sopapas. Eran "goteos de dextrosa al cinco" "cloruros de potasios" "un paro en la sala 12" o "una via que se tapo y hay que ponerle una via central"  ese segundo dia, mi hermana, que vivia en La Plata y se las ingeniaba para encontrarme telefonicamente porque, claro esta, no habia internet, ni celulares, ni mensajitos, pero mi hermana me encontraba igual y la enfermera me decia que estaba al telefono y yo decia hola y ella Como estas? y yo, con los ojos llenos de lagrimas, como ahora, le decia: Yo no voy a aguantar esto!


Asi como un idioma se aprende a los golpes y a presion, la medicina se aprende a los golpes y a presion. La Residencia es los golpes y la presion, que nos ensenian ese idioma que hablaremos toda la vida. Sufrimos mucho, puteamos mucho, nos quejamos siempre y esta bien que asi sea. Pero el idioma queda y "el acento se nota". Quien hizo una Residencia habla otro idioma y con otro acento. En La Residencia se aprende de todo. Y me viene a la mente una de las frases de Raul Alfonsin que nos quedo grabada y cuyo significado siempre comparti: "Con la democracia se come, con la democracia se educa y con la democracia se cura". Si seniores: Con La Residencia se come, con La Residencia se educa y con La Residencia se cura. 


Hoy es el dia del Hola - Chau, la fiestita con que despedimos a los residentes que terminan y recibimos a los que empiezan su residencia.

Mis muy queridos Chaus, Laura Luciani, Valeria Vietto, Ignacio Vicente y Tami Guenzelovich: Hasta siempre! Se llevan las alforjas llenas de tachuelas, de burletes y de sopapas que sabran usar cada una en su momento justo.

Mis envidiados Holas,  Natividad Burdisso, Manuel Rodriguez, Francisco Peper y Maria Victoria Ruiz Yanzi bienvenidos a la mejor etapa de su vida. Se llenaran de tachuelas de sopapas y de burletes que seran preciosos para ustedes y para sus pacientes.
Con calor, sin acentos, sin Ñ, Un gran abrazo.

martes, 24 de abril de 2012

Mujeres al borde de un ataque de cáncer de tiroides


Hace unos días me llegó un e-mail de una amiga desesperada. Muy desesperada debería estar mi amiga porque el título del e-mail era así, textualmente:

què hay de cierto en esto?????????????

Mi amiga siempre pone el acento al revés, no respeta mayúsculas, no pone signo de pregunta al principio y no los escatima al final, me imagino como una forma de denotar la tremenda angustia que le generó este e-mail en cadena. De manera que en lugar de escribir, como la RAE manda ¿Qué hay de cierto en esto? prefirió la adaptación más dramática.

El e-mail que tanto la angustiaba, y que ya había recibido de manos de otras mujeres desesperadas reza:

IMPORTANTE!!!

Importante comentarla a todas las mujeres: nuestras hijas, nietas, sobrinas, madres y las miles de amigas, y amigos para que lo comenten con sus respectivas mujeres.

“El miércoles, el Dr Oz hizo un programa mostrando porqué el Cáncer de Tiroides se está expandiendo rápidamente entre las mujeres. Allí expresó que posiblemente sea consecuencia de las radiografías dentales y las MAMOGRAFÍAS. En el delantal que los radiólogos dentales ponen en el pecho, hay una pequeña pestaña que puede ser levantada y se adosa al cuello (tapando la glándula Tiroides ). Normalmente los dentistas NO LO USAN, NI AVISAN!!!. También hay un “GUARDA TIROIDES” para ser usado durante las mamografías....que HAY QUE SOLICITARLO AL HACÉRSELA.

“Luego viene el comentario: “Ayer, casualmente tuve que hacerme la mamografía, y le pregunté al técnico por el Guarda Tiroides, y totalmente seguro, lo sacó de un cajón. Le pregunté por qué no lo ofrecían en forma rutinaria, y me respondió: “ – No sé, simplemente tienen que solicitarlo.”. Ahora me pregunto, cómo podría yo haberme enterado de esto si de casualidad no hubiera visto ese programa?”

Estimados: creo que ser solidarios con nuestro prójimo nos enaltece a todos... por eso lo comparto!!! 

Me costó llegar al final de este pasquín sensiblero y lleno de melindre. 

Ya leer su introducción:

“Importante comentarla a todas las mujeres: nuestras hijas, nietas, sobrinas, madres y las miles de amigas, y amigos para que lo comenten con sus respectivas mujeres.”

Me hizo imaginar a hombres de oficina, transpirados después del partido de fútbol, repartiéndose esto para "comentarlo con sus respectivas mujeres". Bonita escena.

Tomé unos sorbos de agua, sacudí la cabeza y decidí continuar leyendo esta porquería:

“El miércoles, el Dr Oz hizo un programa mostrando porqué el Cáncer de Tiroides se está expandiendo rápidamente entre las mujeres. Allí expresó que posiblemente sea consecuencia de las radiografías dentales y las MAMOGRAFÍAS.”

Confieso que soy bastante obsesivo con el buen decir y escribir. Ver escrito este "porqué" todo junto cuando tendría que haber escrito "por qué" no me fue indiferente. Tampoco lo fue el "Cáncer de Tiroides" así, con mayúsculas. Pero ¡Bueh! tratándose de un tema tan grave, las mayúsculas serán un recurso para denotar la gravedad.

"El cáncer de tiroides se está expandiendo rápidamente entre las mujeres"

Sensación de dramática "mancha de aceite" sensación de “tsunami oncológico y sálvese quien pueda”. Mujeres desesperadas abandonando ciudades con lo puesto, sin cabellos, sin cejas, rostros pálidos, caravanas de camiones con niñas y mujeres alejándose del cáncer de tiroides. Perdón "del Cáncer de Tiroides" (con mayúsculas).

En primer lugar, ante todo, antes que nada, antes de que sigamos desarmando esta estupidez del Mago de Oz:

No es que el cáncer de tiroides se está expandiendo rápidamente. 

Es, como ya lo dije en otros escritos que hablaban de "sobrediagnóstico" que el cáncer de tiroides, como tantos otros cánceres, se está diagnosticando con mucha mayor frecuencia.

Es, que, con el advenimiento de los chiches diagnósticos que usamos muchos médicos para trabajar mejor y unos cuantos comerciantes para facturar más, se están diagnosticando cánceres que jamás se habrían manifestado si no fuera porque metimos nuestras manitas y naricitas "oncománticas" (de onco, cáncer y mancia, adivinar) y le complicamos la vida a gente que jamás se habría enterado de su cáncer. 

Entonces, si antes teníamos cien cánceres de los cuáles diez se iban a manifestar clínicamente y uno se iba a morir, ahora tenemos los mismos cien cánceres pero encontramos cuarenta, se sigue muriendo uno y le cagamos la vida a los treinta y nueve restantes que de todos modos, con ojos llorosos, boca apretada y abrazos fuertes dirán "me lo diagnosticaron a tiempo y me salvaron la vida" e invitarán a su fiesta de 60 al clínico, al radiólogo y al oncólogo. Y no dudarán, en el momento del brindis en hacerlos poner de pie y decirles que esta fiesta es posible gracias a ellos. Y ellos, muchas veces convencidos de que van por el camino correcto, se harán la fiesta propia engrosando sus cuentas bancarias y mandando a sus mujeres e hijos a Disney. Pero, aclaro, honestamente equivocados porque a su mujer, antes del viaje le harán mamografía, colposcopia, eco-transvaginal, examen clínico mamario, ecografía mamaria y algunas determinaciones hormonales “para estar tranquilos”.

Si, como ya dije, y no porque se me ocurre sino porque lo dicen todas las sociedades científicas serias, la recomendación de búsqueda de cáncer de mama, bastante en tela de juicio, dice:

MAMA:
  1. Hacerse una mamografía cada dos años entre los 50 y los 74 años
  2. Sólo comenzar antes si hay riesgos aumentados como que la madre y/o hermana/s hubieran tenido cáncer de mama antes de la menopausia (si lo tuvieron después el riesgo no es mayor).
  3. No hacerse auto-examen mamario.
  4. El examen clínico mamario (examen del médico) también es discutible

Y repitiendo, una vez más que esta conducta de búsqueda no es gratis, no es coser y cantar porque:
  • Si 2.000 mujeres son valoradas regularmente durante 10 años, una se beneficiará del cribado debido a que se evitará una defunción por cáncer de mama. 
  • Al mismo tiempo, de estas 2.000 mujeres, 10 mujeres sanas serán diagnosticadas como pacientes con cáncer de mama (falso positivo) y en consecuencia serán tratadas innecesariamente (sobretratamiento). Estas mujeres llegarán a sufrir la extirpación de una parte o la totalidad de su mama, muchas de ellas recibirán radioterapia y algunas de ellas quimioterapia. 
  • Adicionalmente, 200 mujeres sanas serán afectadas por una falsa alarma. La tensión psicológica durante el lapso entre saber si tienen o no cáncer y a veces después del diagnóstico puede ser importante. 
Habiendo hecho esta advertencia y suponiendo que hacemos lo correcto, es decir que a una mujer entre los 50 y los 74 años le hacemos una mamografía cada dos años, si la cuenta no me falla, le haremos doce mamografías en 24 años, pongámosle tres de yapa, le haremos 15. Demás está decir que no se las hacemos todas juntas por lo que en el mejor de los casos, el riesgo de este mago alarma damas (Oz), se iría acumulando y tendríamos la mayoría de los cánceres al final.

Pero no tiene sentido seguir sacando cuentas que en general nadie entiende y le darán pie a colegas entusiastas del diagnóstico para andar diciendo que estoy pagado por Greenpeace y tengo una casa en Maldivas.

Si es por mí, pueden seguir pidiendo el "guarda tiroides" que me imagino debe ser una bufandita de plomo en colores pastel y que hasta puede hacer juego con los zapatos y la cartera. Es más, espero ver el domingo en la contratapa de mi revista dominical la nueva línea de guarda tiroides de Caro Cuore.

Como corolario:
  • El cáncer de tiroides no está aumentando ni es una mancha de aceite ni un tsunami.
  • Está aumentando su diagnóstico y como consecuencia de ello estamos enfermando cada vez más a cada vez más mujeres que jamás se habrían dado cuenta de nada (conspicuos y presidenciales ejemplos recientes a los que ya me referí).
  • No sé quién es este Dr. Oz, pero si lo ven denle de mi parte un cachetazo.
  • No anden buscando estudios porque el que busca encuentra y tratándose de estudios más no es mejor; muchas veces es (bastante) peor.
  • Afuera hay un sol de otoño divino. Como para ir a caminar por las plazas en lugar de estar encerradas con la computadora leyendo catástrofes y sandeces o metiéndonos en oscuros cuartos de rayos. Con o sin guarda tiroides.
XOXO (que en este nuevo lenguaje de computadoras y celulares quiere decir “abrazos y besos” porque la X remeda los bracitos y la O las boquitas.

sábado, 14 de abril de 2012

Cálculos sobre cálculos

El 7 de abril de 2012 06:45, Alicia escribió:
Buenos días, sigo sus escritos a través de una amiga, que me los reenvía. Resido en España y en el próximo año tengo previsto mi regreso al país, estoy viendo qué seguro médico adoptaré. Soy vegetariana, desde hace muchos años, y me gustaría una medicina naturista en lo posible. Quisiera saber su opinión acerca de un tema puntual que es mi vesícula.
Tengo muchas piedras pequeñas en mi vesícula. Tuve un solo cólico fuerte hace cinco años, pero cada tanto tengo molestias, dolores, en la boca del estómago, etc. El cirujano que me atiende dice que mientras no moleste no hace falta quitarla, pero la médica ecógrafa dice que cambie de cirujano y que me la quite que es peligroso tenerla con tantas piedras.
¿Cuál es su opinión? Sería importante para mí conocerla.
Le agradezco desde ya su molestia y espero conocerlo en algún momento. Alicia

Hola Alicia:

Perdón por la demora. Mi opinión nunca se basa en experiencia propia solamente sino en la propia, las estadísticas y la literatura.

Años atrás se le echaba la culpa a la vesícula por cualquier síntoma digestivo que la gente tuviera y sin más vueltas se le sacaba la vesícula a todo bicho que camina y que se hincha cuando come.

Cuando era joven y estudiante del secundario estaba apurado por ser médico y ya iba a presenciar operaciones en mi pueblo natal. Esos cirujanos que yo miraba y admiraba, que me parecían dioses y hasta imitaba en su forma de caminar o de hablar hoy probablemente merecerían una buena cachetada. He visto cientos de operaciones de vesículas sanas; más dignas de una foto de libro de anatomía de vesícula normal que de haber sido tiradas a la basura por juicio sumarísimo de cirujano gatillo fácil.

Los síntomas digestivos son tremendamente frecuentes y la mayor parte de las veces, la vesícula no tiene nada que ver. Casi me atrevo a decir que quien no tiene síntoma digestivo luego de los cuarenta años, no tiene cuarenta años o no tiene aparato digestivo.

Luego, básicamente con el advenimiento de la ecografía, empezamos a ver a todos los cálculos en la vesícula y en otras partes y muchas cosas más. Muchas más de las que sería necesario que viéramos.

Como le decía, los síntomas digestivos son tan frecuentes, como también inespecíficos (es decir no fácilmente atribuibles a algo puntual): "me hincho después de comer" "la comida me cae como una piedra" "tengo gases" "tengo eructos" y otras bellezas del arte de digerir.

También son relativamente frecuentes los cálculos en la vesícula.

También es muy frecuente la ecografía "porloquesea" "porsiacaso" "porsilasdudas" y "porsilasmoscas". O peor, "porqueelpacientemelapide". Dicho sea de paso, hace poco tiempo vino un paciente a pedirme que le haga una ecografía lo que motivó que le hiciera la ecografía y le pidiera gentilmente que se busque otro médico en quien confiara más que en mí, porque, juzgué, que no debería tener un médico tan malo a quien decirle qué estudios deben hacerse. A veces pierdo la paciencia y me pongo pedante y soberbio.

Entonces los médicos, juntamos ecografías, con síntomas, con cálculos y sacamos cuanta vesícula con cálculos y molestias se nos cruzó. Teníamos cálculos para hacer bijouterie con ellos (algunos son bastante lindos, poliédricos, brillantes y hasta simpáticos).

Pero resulta que no todas las vesículas con cálculos dan síntomas, no todos los síntomas en pacientes con cálculos son por su vesícula con cálculos y, lo más importante, especialmente en su caso, nos dimos cuenta de que el hallazgo de cálculos en una vesícula que nunca había tenido síntomas atribuibles a los cálculos, no era per se indicación de cargarnos la vesícula porque la mayoría de las vesículas con cálculos que nunca habían dado síntomas pasaría toda la vida sin molestar y pidiendo que no la molesten.

Nos abocamos entonces a hacer lo que corresponde: precisar bien los síntomas que son atribuíbles a la litiasis vesicular y hacerle ecografías vesiculares solo a aquellos pacientes que tienen síntomas atribuibles a o compatibles con litiasis vesicular.

El síntoma, por definición, atribuible a litiasis vesicular es el "cólico biliar". Dolor agudo, de tipo cólico (retortijones, dolor que va y viene) en el hipocondrio derecho (cuadrante superior derecho de la panza), asociado a veces a náuseas y vómitos de color verdoso. Si el paciente se pone ictérico (amarillo) es cartón lleno y decimos que tiene un cólico biliar. Pero esto último no es lo más frecuente ni hay que esperar que ocurra. Tampoco la pavada dicen los jóvenes acá.

A la vesícula con cálculos y cólicos, nos le paramos en la acera con un escuadrón SWAT de cirujanos anticálculos, le leemos sus derechos con un megáfono, la distraemos con bombas de humo por un lado, le cortamos la luz por el otro, le entramos y la sacamos sin piedad. Con ropas cubriéndole la cabeza, la metemos en un coche con sirena y la llevamos a Anatomía Patológica, donde el patólogo, le encenderá luces fuertes, le mirará todas sus células e informará a jueces y fiscales.

Vesícula con cálculos y con síntomas no merece ser vesícula y que le vaya a cantar a Gardel. La sacamos.

Lamentablemente hay muchos pacientes con síntomas y con cálculos pero cuyos síntomas no son taaaaaaaaaannnn atirbuibles a sus cálculos. En esos casos tratamos de hilar un poco más fino y solo sacamos vesículas cuando se ponen muy pesadas o sus portadores se ponen muy pesados.

Si usted, como me dice, tuvo "un solo cólico fuerte", "la ley nos ampara para dejarla sin vesícula" y asegurarle al menos que cólicos, lo que se dice cólicos no tendrá más.

Lo demás, la felicidad eterna postprandial (después de comer) no se la aseguro y desconfíe de quienes se la aseguran.

Cuando mis pacientes me dicen: -Doctor, me hincho cuando como. Sin levantar la cabeza y antes de que terminen su frase, les respondo: -Yo, también, si encuentra alguna solución le pido que la comparta conmigo, y también le pido que no hablemos más de sus gases, porque no tengo la solución y tampoco es muy estético que nos pasemos todas las consultas comparando nuestros gases y piorreas.

También, hemos tenido algunos pacientes con "molestias inespecíficas" después de comer, es decir molestias que no podríamos caratular como cólicos definidos, pero molestias muy frecuentes, a quienes les estudiamos la vesícula y les encontramos cálculos. Les sacamos la vesícula y gran parte de sus problemas se solucionaron.

En resumen y respondiéndole específicamente a usted:
Si tiene muchas piedras pequeñas y tuvo un cólico fuerte, dígale a su cirujano que le debería sacar la vesícula. La probabilidad de que haga otro cólico es considerable y la de que este cólico sea peor, también lo es. Puede mostrarle esta nota, me hago cargo.

Si tiene muchas molestias digestivas postprandiales, muy frecuentes, como náuseas, eructos, cólicos, e intolerancia a comidas grasas. Puede sacarse la vesícula. Nadie crucificará a su cirujano. Probablemente sus síntomas mejoren y si no mejoraran no crucifique a su cirujano.
No sé bien qué es medicina naturista. Si la medicina naturista trata hipertensión arterial, diabetes, tumores y cálculos con agua mineral de vertiente y con té de menta, no se la recomendaría a nadie.
Tampoco estoy de acuerdo con que la médica ecografista aconseje directamente a los pacientes sobre cosas en las que puede no tener experiencia. Si cree que algo es importante, lo que debería hacer, y sería éticamente recomendable e intachable, es comunicarse con su médico y plantearle su duda u opinión.
Es bastante frecuente que médicos que ven circunstancialmente a los pacientes opinen alegremente. Muchas veces sin conocimientos y sin razón; solo algunas veces con razón pero inapropiadamente.
Saludos y buena digestión.

domingo, 11 de marzo de 2012

Morir en paz, si nos deja la ciencia...

Manuel, tenía 87 años y era lo que se dice, un roble...

Cuando sus hijos me llamaron desde el Sur para consultarme, enseguida me di cuenta que le había llegado la hora. Que en poco tiempo iba a partir.

No voy a contar su síntoma. Solo alertaría a algún hipocondríaco de cuarenta a salir corriendo a pedir tomografías al paso y análisis de "todoloquehacefalta".

Su síntoma, aunque podría parecer una pavada, lo decía todo. Cualquiera de mis colegas, compañeros de almuerzo, sin levantar la vista de su plato, diría: Chau Manuel; te llegó la hora.

Imagínense la voz de su hijo cuando le dije que debían hacerle solo un estudio incruento para comprobar lo que tenía y después, en el mejor tono, de mil maneras, tratando de que me entiendan, tratando de que comprendan que no es cinismo, ni indiferencia, ni, mucho menos, crueldad, le dije:

-Consíganse un médico que no lo interne. Solo tiene que manejar un poco la morfina (mi morfina; la morfina de José) y si le teme a la morfina o no se anima, que me llame. Pero:
-No lo internen.
-No le hagan estudios molestos y cruentos.
-No anden paseándolo en ambulancias con médico y oxígeno por cuanto centro de diagnóstico tengan a mano.
-Nada de alimentaciones forzadas y sin sentido.
-Ni se les vaya a ocurrir intubarlo y respirarlo artificialmente.
-Y, por si no me entienden, se los digo de nuevo:
-Ni se les vaya a ocurrir intubarlo y respirarlo artificialmente.
-Pero... queremos hacer todo lo posible.
-Hagan todo lo posible para que se muera sin sufrir. Es lo único, lo mejor y lo más sensato.

Manuel fue estudiado, con "todo el peso de la ley".
Manuel fue pinchado.
A Manuel le pusieron sueros de todos los colores.
A Manuel lo intubaron.
A Manuel le ataron sus manos a la cama para que no se extube (para que no se saque esa barbaridad que le habían puesto en su tráquea y que estaba conectada a una brutal máquina que las iba de pulmones...).
De morfina ¡Ni hablar!
Manolo no sufrió más porque era muy difícil sufrir más.
Porque no había algún animal más a mano para hacerle alguna biopsia o intentar una "quimio suavecita para achicar el tumor".

Se cuenta que en una ocasion había un alacrán a la orilla de un río y deseaba cruzar hacia la otra orilla, pero no tenía los medios para lograrlo... Si lo intentaba, seguro que se ahogaría.

Sucedió que en ese momento pasaba una rana y sin perder tiempo el alacrán le pidió si, por favor lo podría cruzar, a lo cual la suspicaz rana inmediatamente le respondió que no se fiaba de él, puesto que era un alacrán y podría, a mitad del camino, matarle...

El alacrán le respondió que eso no sería posible. Le dijo:

- Si hago eso, pondría mi vida en peligro también, y lo más seguro es que moriría contigo. Me suicidaría, ¿Comprendes?

Tal argumento convenció a la rana la cual se dispuso a hacerle el favor de cruzarlo a la otra orilla...

Con una gran disposición la rana comenzó a cruzar el río, pero a mitad del camino, y de repente ¡El alacrán la picó!

-¿Pero, qué has hecho? preguntó sorprendida la rana.. ¿No te das cuenta de que ahora moriremos los dos? ¿Por qué lo hiciste ?

El alacrán simplemente le contesto:

-Lo siento, pero esa es mi naturaleza...!

Manolo nos pidió confiado a sus hijos y a los médicos "Que lo crucemos a la otra orilla"

Y no lo hicimos. Fuimos nosotros los alacranes.

Lo intubamos, lo pinchamos, lo amarramos, lo llenamos de sondas, lo "respiramos" artificialmente.


Salvo que nosotros, a diferencia del alacrán, no nos ahogamos. Solo tranquilizamos nuestra conciencia.

¿Es nuestra naturaleza?

Manolos y alacranes, se repiten todos los días. Y nadie se da cuenta. "La ciencia hizo todo lo que pudo", "Lo acompañamos hasta su último respiro".

Del respirador, bah!

viernes, 2 de marzo de 2012

Una lección de analgesia que me duró toda la vida

Hace ya muchos años, cuando imberbe y entusiasta, cubría la Guardia Central del Hospital Italiano, en mi tercer año de residencia, serían las diez de la noche, hora en que, en esa época, había un parate entre los que van a la guardia después del trabajo, en general por cositas que les preocupan a ellos y a nadie más y las once o doce de la noche, en que ambulancia que caía traía un moribundo o algo parecido, y siempre, por supuesto, alguna "ronchita" rezagada o algún matrimonio que parecía echarle a la sopa del restaurante la culpa de sus desavenencias de hacía años. 

-Lo que me cayó mal fue esa sopa, decía él.
-Lo que le cae mal es su matrimonio, pensaba yo, mientras manoteaba el Sertal.

A esa hora empezaba el baile y entre cansancio y deseperaciones, no dejábamos de sentir que "librábamos la madre de todas las batallas". Y muchas veces, aparte de nuestra imaginación, las batallas se libraban.

Pero ese día, a las 10 de la noche, el parate que nos dejaba cruzarnos al restaurante de enfrente y velar las armas para la guerra del fin del mundo, se vio interrumpido por la irrupción con portazos y desesperación de un padre que traía a su niñito de unos ocho años con un pie colgando, y sangrando, por la travesura de sacarlo por la puerta jaula del ascensor mientras estaba en funcionamiento.

Los traumatismos, suelen venir, por esas costumbres legas, envueltos en toallas.

Hice poner al niño en una camilla, saqué la toalla y miré lo que pude entre gritos desesperados del pobrecito y no menos desesperados y angustiados del padre. Hice las primeras verificaciones y "sana, sana culitos de rana" que de nada servían y me dispuse a hacer el papeleo de órdenes de radiografías y llamar al traumatólogo. 

Habrían pasado unos quince minutos en la guardia y una hora del accidente cuando ya estaba el camillero y junto con la enfermera pasábamos a niño y padre a una camilla para trasladarlo a rayos cuando entró a la Guardia Central, José Zabludowski, nuestro Interno de Clínica. 

Sin que yo se lo comentara y casi sin mirarme, pero sin ningún tipo de soberbia, miró a la enfermera, le ordenó que cargue morfina en una jeringa y le hizo, él mismo,  al niño una inyección subcutánea de morfina. 

Esa morfina le sirvió al niño, le sirvió al padre, le sirvió a la enfermera, le sirvió a toda la guardia...

José me dijo:
-Cuando hay un traumatismo, lo primero que hay que hacer es calmar el dolor.
Lo entendí. Vaya si lo entendí. Me sirvió para toda la vida.

Después, ese ejercicio de la morfina en el momento preciso les sirvió a muchísimos pacientes que yo recibía en postoperatorios inmediatos en unidades de terapia intensiva.

Anciano que llegaba recién operado a mi guardia, con un tubo endotraqueal, con el cuerpo helado, sus rodillas llenas de livideces, con los ojos vidriosos de dolor, angustia y desesperación, encontraba en "mi morfina"  (la morfina de José) la paz de un postoperatorio que pudiendo haber sido un calvario, eran un remanso. 

Morfina y frazadas primero y después trabajar tranquilos. Poner vías centrales, medir diuresis, hidratar, controlar la presión... todo era más fácil. Como debía ser.

Algunos días después, cuando el caso evolucionaba feliz y favorablemente, ese día en que el anciano se ponía los anteojos y el olor a muerte era reemplazado por el olor a la primera sopa y Polyana traída por su mujer o sus familiares y hasta había un diario, o revista de actualidad, empezaban mis acercamientos en busca de reconocimiento por mis patrióticos y abnegados servicios prestados. No pocas veces... no pocas veces "el perro encontraba su bizcocho". Cuando convaleciente, a punto de irse al piso y no vernos nunca más, mi circunstancial paciente me decía:
-Usted doctorcito (yo tenía cara de estudiante secundario, mucho después de serlo), va a ser una eminencia.
-Gracias, decía yo. Gracias José, pensaba.

Alguna vez, probé mi destreza morfínica con alguna tía con fractura de clavícula, lo que me valió el doctorado honoris causa familiar.

Así como Moisés enseñó que primero se llena la panza y después se educa. José me enseñó que primero se calma el dolor y después se piensa.

En mi Hospital (sí, mío), ahora la analgesia es reglada y efectiva. También los pacientes son más graves. Pero no dejo nunca de pensar, y no pocas veces de comprobar, que en muchos lugares y guardias, la analgesia se olvida.

Y, muchas veces, vaya estupidez, "se preserva el dolor como un signo valioso para ver cómo evoluciona el paciente". Repito, ¡Vaya estupidez! Como si no hubiera mil signos más para ver cómo andan las cosas.

Hoy lo busqué a José en Facebook. Está pintón, vive en Tel Aviv y su personalidad, no parece haber cambiado mucho. No hubo forma de vincularme  porque no comparte su amistad. ¡No la compartía en vivo y en directo la va a compartir por Internet! 

Si alguien lo ve, hágale llegar esto.

Gracias José. Con qué poca cosa (que de poco no tiene nada) me hiciste eminencia y a cuántos nos sirvió.