A Matías Tonnelier,
Médico de Familia.
Rocío no
tenía nada, solamente quería tener una prepaga porque nadie debe estar sin
cobertura, es sabido, y la salud pública no es muy cómoda cuando se la
necesita, también es sabido.
Quien le vendió el paquete de salud, me pidió si podía ser su médico y le dije que sí. Mi población se va poniendo vieja, muy vieja y cada tanto no está mal tener una gota de rocío.
Cuando Rocío
viene a su consulta de primera vez, como hago con todo el mundo, lo primero que
le digo es: “Lo escucho, o la escucho o te escucho”.
Viene a ser
la apertura, los principales titulares que, en muchos casos se limitan a un:
-Bueno,
acabo de cumplir cuarenta años, no voy casi nunca al médico, sé que está mal y
quisiera tener un médico de cabecera y hacerme un chequeo, soy sana, no tengo
nada.
Yo: ¿Me
dejás que te haga unas preguntas sobre tu vida?
Paciente: Sí,
claro
Yo: Naciste
el 24 de mayo de 1978…
Paciente: Sí
Yo: ¿Hija de…?
El nombre de tu papá,
Paciente:
Félix
Yo: ¿Vive?
Paciente: No
sé, mi papá se fue de mi casa cuando yo tenía tres años y nunca más lo vimos.
Primer
silencio, primera pelota peligrosa, pelota que se mete alta en el área, que
amenaza con lastimar, futbolísticamente hablando.
Rocío se endereza,
sus ojos brillan más…
En los
cuatro o cinco minutos siguientes construyo en palabras lo que se llama un
genograma, un árbol genealógico. Digo en palabras porque antes lo hacíamos
dibujándolo y ahora, uno de los (pocos) déficits de las historias clínicas
electrónicas es la dificultad para hacer un genograma.
Uno mira un
genograma y ve muchas cosas.
Siempre ando
con un cuadernito. Está lleno de genogramas.
Rocío es
kinesióloga, vive sola, vivió en pareja siete años hasta hace dos, no tuvo
hijos, tiene una hermana que vive en la provincia de Buenos Aires, su madre
también, su padre se fue cuando ella tenía tres años y muchas cosas más…
Como Rocío
es sana, es decir, no tiene ninguna enfermedad, le digo que todo está bien, le
doy mis teléfonos, mi email, mis días y horarios de atención, le digo que puede
consultarme sin turno al final de cada uno de mis consultorios si me necesita y
no tiene un turno disponible.
Rocío: ¿Y
cuándo lo veo?
Yo: No sé
Rocío, cuando quieras. En principio no tenés que verme.
Pero Rocío
vuelve. A las dos semanas, a las tres, a las cinco.
Pide
consultas, fue a guardias, le dolió el cuello, fue a un traumatólogo, le
hicieron una radiografía, como si la radiografía fuera a mostrar algo de lo que
le pasa, le hicieron “kinesio”, como si la “kinesio” fuera a solucionar algo de
lo que le pasa a Rocío, le recomendaron natación, como si nadando fuera a
solucionar algo, a menos que ahogue sus penas o se ahogue Rocío, claro está,
por eso de que “muerto el perro se acabó la rabia”,
Vuelve a
verme, le pregunto qué le pasa.
Me habla de
su cuello, de su panza que se hincha después de comer, de una picazón en la
garganta.
Le pregunto
qué le pasa.
Rocío: estoy
cansada todo el día ¿No me faltarán vitaminas?
Yo: Rocío
¿Podrás decirme qué te pasa?
Rocío: No
entiendo le estoy diciendo…
En la
consulta surge lo que no pocas veces surge en las consultas de la gente que
dice ser sana pero en un mes va tres veces a distintos médicos, se hace
estudios que no tienen justificación, busca especialistas y consultas y
relajantes musculares, y kinesiología y yoga y osteópatas y cremas humectantes
y lunares que cambiaron de forma o picaron…
Rocío quiso
tener hijos y no pudo, Rocío tiene un trabajo de mierda y un jefe peor, Rocío
nunca vio a su padre y ahora se enteró de que anda con ganas de verla o Rocío
se llama Esther, tiene ochenta años y no
tiene nada que hacer excepto ir al médico a hacerse estudios y comprar
medicamentos que no sirven para nada e ir a kinesiólogos que le pondrán una
plaquita caliente en el cuello y a los cinco minutos le dirán que ya está…
La medicina,
mejor dicho los médicos, le vendieron espejitos de colores a la gente, le
crearon hipótesis de conflicto, le hicieron creer en una prevención que hace
mucho más daño que beneficio.
Un amigo
mío, cada vez, innecesariamente, más cínico me dirá: Bueno, de eso vivimos.
No, yo no
vivo de “eso”.
Si Rocío
entiende que su problema no se ve en las resonancias ni se va con masajes
fútiles, ni con vitamina C, ni con frío ni calor, si Rocío entiende que lo que
le duele es el alma porque nunca vio a su padre y porque cuando quiso tener
hijos no pudo y ahora le quedan cuatro óvulos y no ve ningún espermatozoide
plausible…
Rocío al
menos sabrá por dónde están pasando sus problemas, sus “ruidos”,
No necesito
hacerle placas, resonancias, ecografías, “teesehaches” (TSH) ni darle
vitaminas, kinesio ni nada.
No vivo de “eso”
amigo.
Vivo de que
Rocío pueda ver su realidad, sin venderle espejitos de colores.
El genograma
de Rocío es un absceso, un absceso lleno de “pus” histórica, familiar y
personal, que habrá que drenar, pero no con aparatos ni vitaminas.
Un genograma en mi cuaderno
Grande Rocío! Te has ahorrado al menos una densitometría, seguramente de tomar T4, todas o casi tomamos, de una mamografía con ecografía de mamas anual (ahora vienen en combo, y si el médico no te hizo la orden, en el instituto radiológico no solo te la sugieren, son tan macanudos que solamente firmando un papel te la hacen) Papanicolau, colposcopía, análisis de sangre, orina, materia fecal, pooooor las dudas viste. De darte vacunas, hay hermosos vacunatorios privados que vas por la de la gripe y generosamente te ofrecen a precio módico la del HPV.
ResponderEliminarComo siempre brillante, como cada publicación.
Es cierto, tengo que adjuntar las fotos de estos genogramas que hago en papel, como suelo hacerlo con fotos de lesiones cutáneas por ejemplo, pero de adjuntar el genograma no me había avivado. Gracias.
EliminarMuy bueno! Nuestra historia clínica electrónica tiene esa limitación, es cierto. Pero nos permite adjuntar archivos en la misma evolución. El Dr. Alan Gauna me enseño a sacarle el mayor provecho a esa función: adjuntar la foto del genograma!
ResponderEliminaremocionante e real.
ResponderEliminartalvez as Rocio todas poderiam ser interpretadas como "orvaho", que é o equivalente em portugues a rocio, em espanhol.
Carlos, leyéndote me alegro aun mas de que seas mi médico de referencia. Gracias por hacerme un lugar entre los tuyos!
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