jueves, 26 de enero de 2012

La vietnamizada menopausia de Susana Beatriz

La menopausia, en los últimos 20 años, fue una especie de Vietnam de la salud. Una guerra que comenzó con un conflicto local y luego se generalizó.

Unos calores molestos, cierta inestabilidad de ánimo y algunos kilos de peso ganados por la ansiedad desencadenaron las primeras escaramuzas. El conflicto se extendió rápidamente. Del estado de ánimo pasamos al útero, luego nos la agarramos con la mama, después le tocó al corazón y el hueso también la ligó.

Se utilizó una enorme cantidad de artillería pesada que incluyó ecógrafos (una especie de helicópteros de desembarco rápido), mamógrafos (vendrían a ser los tanques) y densitómetros óseos (los submarinos de la guerra de las profundidades). Pero también se usaron monitoreos de presión, una ingente cantidad de recursos fue destinada a determinaciones hormonales; comandos de elite desembarcaron en las mamas con mamografías, mamografías magnificadas, ecografías, y la super inteligencia del mamotón, una técnica sofisticada que permite a los comandos médicos entrar en una célula en menos de lo que canta un gallo, desarmarla, sacarla de la mama, llevarla a un laboratorio, interrogarla y hacerla cantar como Susana Rinaldi. Que después vaya a quejarse a la Secretaría de Células Golpeadas.

Los submarinos densitométricos fueron apoyados desde tierra por comandos de endocrinólogos entrenados en inteligencia de superficie que utilizando "marcadores biológicos" comenzaron con una inocente fosfatasa alcalina, calcio en sangre y orinas de veinticuatro horas y ahora van por determinaciones de enzimas de nombres muy complejos que impresionan muchísimo y sirven para saber si el hueso responde a la paliza o si todavía se sigue haciendo el vivo.

Se organizaron ligas de mujeres osteopénicas y hasta se pensó en llevar al Congreso de la Nación un proyecto de ley para que las mujeres con una densidad mineral ósea menor de -1,5 (un hueso al que le falta un poco de calcio) tengan asiento prioritario en los transportes públicos, junto con los ancianos, las embarazadas y los discapacitados o las mujeres con niños en las colas de los supermercados. Al final, las colas de los que no tenían alguna desventaja eran de dos personas mientras que las otras eran kilométricas y los viejos no soportaban a los niños y se peleaban con las embarazadas para ver quién tenía prioridad mientras el ciego gritaba: ¡Loco, dejen de meter mano!.

En el Vietnam menopáusico se utilizaron miles de toneladas de armas químicas: los estrógenos, que mejoraban el hueso, la piel, las cutículas y el pelo. El calcio, la vitamina D y los fosfonatos para el hueso, los antihipertensivos para cuidar el corazón y los antidepresivos y ansiolíticos para cuidar la cabeza. La vida era coser y cantar. Estrógenos para todo el mundo, junto con jugo de naranja, alendronato, calcio, enalapril, fluoxetina y bromazepam, cereales para ir bien de cuerpo, mucha agua mineral para la piel y por qué no, un Actimel.

Pero los estrógenos podían aumentar ciertos riesgos de ciertos cánceres, con lo que a los miles de toneladas de estrógenos le agregamos unos cientos de toneladas de progestágenos que, curiosamente, conjuraban el riesgo de algunos cánceres pero disminuían algunos beneficios de los estrógenos. "Se ponen dos medidas de estrógenos en un vaso, se la agrega una pizca de progesterona y clara de huevo, se lo pone en la licuadora con abundante hielo y se lo sirve con cascaritas de naranja azucaradas".

No "reemplazar" (darle los estrógenos perdidos a una mujer menopáusica) pasó a ser mala praxis. Era matar a una inocente, era pasar por al lado de un niño hambriento comiéndose un Alfajor Grandote. Los médicos católicos que se olvidaban de reemplazar esperaban ansiosos el domingo para confesarle al cura su omisión. Éste, después de enviarlos a rezar unas docenas de padrenuestros, les recordaba del hueso que se había perdido por su culpa y, admonitoriamente, les aconsejaba que no vuelvan a hacer eso de andar por la vida sin reemplazar a las menopáusicas.

La menopausia era tierra de todos. Se combatía en todos los frentes. Al primer calor, salía (con ketchup y fritas) la primera andanada de órdenes de dosajes hormonales que curiosamente concluían en que una mujer de 52 años que menstruaba irregularmente, se cagaba de calor, se peleaba con sus hijos y se acostaba bien tarde para que su marido no se ponga pesado estaba menopáusica. Es como tener que hacer una biopsia para saber que un bicho grandote que camina por el campo, que tiene cuernos, ubres grandotas, come pasto todo el día y se expresa mugiendo es una vaca.

Con estos datos no era suficiente. Había que llevarle al ginecólogo una FSH (hormona folículo-estimulante, que se pone loca de alta cuando el ovario se quiere ir a descansar) lo más alta posible para que este, con voz grave, bajando la mirada, tomándole el brazo a la sufriente y preguntándole si había venido acompañada le dijera: Susana Beatriz (porque no hay Susana Beatriz que no tenga alrededor de 55 años como Yamila que no esté por los 28).

-Susana Beatriz, estás menopáusica. El rostro de Susana Beatriz se contraía, y un llanto que empezaba silencioso y apretado terminaba en una verdadera crisis de nervios.

-Decime que no, Beto (Carlos Alberto, ginecólogo), decime que estás equivocado. ¡Te odio, Beto te odio!

Luego, se discutía si Susana Beatriz tendría que quedar internada, si podía volver sola a casa, o si su hermana Esther (sesentona que ya había pasado por "este calvario") se la llevaba a Susy unos días a su casa de la playa.

Beto, le daba otro turno en el que se discutiría la mejor estrategia. Esta estrategia, bastante "simple" consistía en derivación a un gineco-endocrinólogo que se encargaría de alinear los planetas hormonales de Susana Beatriz y enviarla a Chacho, un especialista en metabolismo óseo, que sería el perro cancerbero que cuidaría celosamente las puertas del infierno de su densidad mineral ósea con análisis "simples" como las densitometrías y no menos de tres veces por año hacerla juntar pichíes (orinas) de 24 horas para decirle que todo iba de películas y que siguiera con el calcio, el fosfonato, el raquiferol, el queso, la leche, el yogur y caminando al sol. Los más ortodoxos llegaron a pensar en hacer construir "meno-sendas" (sendas exclusivas para menopáusicas) para desmayo de los dermatólogos para quienes el sol es casi como el ajo para un vampiro porque "te llena de cánceres".

Por si acaso, había que mirar las mamas de cerca por lo que a Susana Beatriz se le recomendaba a Cacho, un ginecólogo especializado en patología mamaria que no dejaría de pensar un solo día en las mamas de Susana Beatriz y le haría mamografías, ecografías, mamografías magnificadas y punciones con una clarísima "tolerancia cero" para las condensaciones y microcalcificaciones. De paso, no le dejaba tiempo ni espacio a Pancho, cirujano plástico mamario tostado todo el año por mucho barco y presente en todas las comidas anuales de la revista "Lolas  y Lolitas", a que se ponga a lucrar con las mamas de Susana Beatriz.

Para darle estrógenos había, por supuesto, que consultar a un cardiólogo, porque los estrógenos podían provocar no sé qué cosas raras en la presión, que Beto, en 20 años de ejercicio no tuvo tiempo de estudiar, entonces, mejor, que de eso se encargue Nacho (Pereyra Iraola, cardiólogo, también tostado pero por parapente).

Nacho le encontraba catorcenueve. Susana Beatriz decía que era presión nerviosa, Nacho que la presión nerviosa no existe y zácate, Susana Beatriz salía con un Holter de presión de 24 horas en su bracito y un cuadernito en el que tenía que anotar cuando desayunaba, cuando se lavaba los dientes, cuando iba de cuerpo, cuando peleaba con Pacho porque no quería saber nada con el sexo y todo lo que fuera importante.

Volvía a Nacho con el Holter. Nacho le sacaba la sal, la empipaba con litros de agua mineral "con bajo contenido en sodio y aprobada por la Sociedad Argentina de los Buenos Corazones" (como si hubiera agua mineral con alto contenido en sodio) y le daba un: "-No es un antihipertensivo, es un regulador de la presión ¿Viste?", americano, recién puesto en las góndolas de las farmacias, carísimo que fue presentado en el último congreso mundial de hipertensión arterial que se hizo en. Adivinanza. ¿Se hizo en Ezpeleta o en Lisboa? Se hizo el Lisboa y Nacho fue con Maca (Macarena, su segunda mujer y mamá de Rocío, de dos añitos y debilidad de Nacho que ya está por ser abuelo porque su hija mayor, del primer matrimonio, está por tener). Pasearon por Lisboa, comieron, se alquilaron un auto y Nacho se trajo el certificado para el cuadrito.

Como Susana Beatriz estaba insoportable, con Pacho empezaron terapia de pareja con Chiche (Mauricio, terapia de pareja) y aparte, Susana Beatriz iba a Chelo (Marcelo, psiquiatra) que le sacudió un "No es un antidepresivo, es un estabilizador del ánimo ¿Viste?"

Hace un par de años, publicaciones de seguimientos a largo plazo de grandes poblaciones de mujeres encontraron que la sustitución hormonal aumentaba el riesgo cardiovascular por lo que se desaconsejó el uso sistemático de la misma. Ahora, si le das un estrógeno a una mina, "la matás como a una mosca".

Cabe aclarar, que cuando uno dice que mejora el riesgo cardiovascular o que baja a la mitad la mortalidad por infarto está hablando de números pequeñísimos sobre intervenciones (prescripciones) en poblaciones grandísimas por tiempo larguísimo.
Si por ejemplo, sin tomar la droga X, la cantidad de infartos en determinada población es de 2 por cada 10.000 y tomando la droga X se muere 1 cada 10.000, se dice que la droga X, redujo "a la mitad", las muertes por infarto. O que no tomando la droga X uno tiene "el doble" de riesgo de tener un infarto. Este "a la mitad" logrado por la droga X significa que hay que tratar a 10.000 tipos, durante equis años para bajar una muerte en 10.000. ¿Se dan cuenta?

La última vez que Susana Beatriz fue al consultorio de Beto, éste estaba de viaje, en el Congreso Mundial de Ovario por lo que la atendió una residente "del equipo ¿Viste?" Carolina, la residente, le dijo que "A partir de mañana no tome más los estrógenos porque afectan el corazón..."

Susana Beatriz se quitó la vida el 31 de diciembre de 2011 a las 10 de la noche con una sobredosis de Actimel
Beto fue encontrado culpable de omisión de contención emocional de Susana Beatriz y cumple condena en el penal de Olmos.
Nacho Pereyra Iraola cruzó, en parapente, la frontera con el Brasil, Paso de los Libres - Urugaiana, y vive en la isla de Saint Martin con Maca y Rocío). A Pacho, el viudo de Susy, le encontraron una carótida algo obstruida, un PSA alto y un lunar feo en la espalda por lo que dejó de trabajar para dedicarse a ir a los médicos.
Carolina está pensando en especializarse en menstruación.

Artistas por orden de aparición:
Susana Beatriz: La menopáusica vietnamizada.
Beto: Carlos Alberto, ginecólogo
Esther: Hermana de Susana Beatriz
Chacho: Endocrinólogo, especialista en hueso
Cacho: Ginecólogo, mastólogo (especialista en patología mamaria)
Pancho: Cirujano plástico
Nacho: Pereyra Iraola, cardiólogo
Pacho: Marido de Beatriz
Chiche: Especialista en terapia de pareja
Chelo: Psiquiatra
Carolina: Residente de Beto

Agradecimientos:
A Susana Rinaldi, Alfajores Grandote, yogures Actimel, Municipalidad de Paso de los Libres, Municipio de Uruguaiana, Río Grande do Sul, Brasil, Sociedad Argentina de los Buenos Corazones



6 comentarios:

  1. Al teatro ya!
    Me deja tranquila que Susana Beatriz se haya ido con la panza chata y de buen humor por haber combatido el transito lento..... las maravillas del Activia

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  2. o yo me junto con otros médicos o esto paso hace 15 0 20 años? podes situar este Las de barranco siglo 21? o fines de siglo 20? o sigue pasando ?

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  3. Dr García: tengo arriba de 50 años, un poco de ginecomastia, mi andrólogo está muy preocupado y mañana tengo una cita a ciegas con Elvira Mabel, me podría indicar en qué mapa de la ciudad figuran los cruces de "menosendas" con "androsendas" ?

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  4. Estimado Pato: Después de cierta edad sería mejor que las citas sean "de" ciegos y no a ciegas. Y tampoco estaría mal ser un poco sordo.

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    1. Estoy en eso Dr. García... escucho cada vez menos y no trato adecuadamente mi glaucoma.

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