sábado, 11 de febrero de 2012

Barriletes desde la NASA

En 1961 se hizo una encuesta sobre problemas de salud y utilización de los recursos médicos. Mediante esta encuesta, realizada en población general de Estados Unidos y Gran Bretaña, se arribó a la conclusión de que de cada 1.000 personas encuestadas, en el últmo mes 750 habían tenido algún problema de salud, injuria o lo que sea (desde un simple síntoma por el que uno no consulta, como un dolor de cabeza, una ampollita en la boca o un tortícolis, hasta un accidente en la vía pública o un infarto). Solo 250 consultaron a un médico por ese problema. Solo 9 fueron vistos o admitidos en un hospital. Solo 5 requirieron consultas a otro médico o especialista y solo 1 (uno de cada mil) fue enviado a un hospital de alta complejidad o internado).

Anoche, un amigo, médico, y su mujer me invitaron a comer. Invitaron también a otro amigo, también médico, quien nos contó que su hija es médica y está haciendo la residencia de pediatría.

Le preguntamos dónde la hacía.

En el Garrahan*, contestó.

Claro, pensé, así nos formamos los médicos en el mundo.

A la gente le duele la cabeza, el zapatito le aprieta y la media le da calor. La mayoría toma una aspirina, se compra un número de calzado más grande o se saca las medias y ni se le ocurre ir al médico. Esos son los 500 que no consultan aunque refieren algún problema, ya sea porque el problema no merece una consulta o porque el afectado no lo considera. 

Otros, muchos menos, tienen resfríos, alguna diarrea, fiebre o lo que sea y consultan.

Algunos se infartan, tienen una hemorragia cerebral o una falla renal aguda y consultan, claro está.

Los médicos nos formamos en los hospitales de muy alta complejidad, como el Garrahan, donde vemos, por definición, casos graves y complejos.

El día que salimos con nuestro certificado de residencia bajo el brazo, ya con varios pelos menos y unas ojeras que asustan de tanto trabajar y tanto estrés. Ese día salimos a la vida real. Ese día salimos a ver gente preparados para la guerra aunque vayamos a jugar a la mancha agachada.

Y viene el tonto que se compró unos zapatos un número más chico del que tendría que haberse comprado y se le ocurrió consultar al médico, y nos dice:

-Doctor me duelen los pies.

Pensamos en una insuficiencia vascular arterial, en que le tendremos que hacer una angiografía, en que le tendremos que amputar ambas piernas y en que es una pena que se haya comprado unos zapatos tan bonitos porque los va a tener que regalar.

Claro, ¿Se acuerdan de eso que les dije que si uno vivía en la sabana africana, cuando oía galopar pensaba primero en cebras y luego en caballos? ¿Y que cuando venía a San Antonio de Areco y escuchaba galopar, levantaba la vista para ver dónde estaban las cebras?

Con el tiempo, después de seis años de carrera, cinco de residencia (y van once) y no menos de cinco de ejercicio en la vida cotidiana (y van dieciséis) estamos listos. Y al resfrío le llamamos resfrío y al infarto infarto. Y para que no estén del todo tranquilos, cada tanto a un infarto le llamamos resfrío y no menos cada tanto a un resfrío infarto (porque tenemos miedo a lo peor). Porque lo nuestro no es suma, resta, multiplicación y división.

Está bien, la formación médica en la trinchera, entre sangres, vómitos y órganos que vuelan por los aires, tiene lo suyo. Muchos les dirán que hay que empezar por lo difícil y que luego lo simple sale solo. Pero no es tan así... no es taaaaan así. Ni mucho menos bah!

El Garrahan es un hospital de muy alta complejidad. Pensamos Garrahan y pensamos transplante hepático ¿No es cierto?. En el Garrahan se transplanta de todo,  en el Garrahan se tratan niños con leucemias, en el Garrahan se operan diez veces a esos niños que nacen con malformaciones y se les reconstruye la carita, en el Garrahan se resucitan niños que llegan azules como un Pitufo, por una bronquiolitis que se los lleva. El Garrahan huele a pólvora, a napalm (como en la escena de Robert Duvall de Apocalypse Now). En el Garrahan el médico más vago hace más de un mes que no duerme 4 horas seguidas.

Y sin embargo al Garrahan también puede ir una madre con su niño en colectivo y consultar porque tiene fiebre y dolor de oído.

No sé si se dan cuenta. ¡Qué ridiculez! ¡Qué desperdicio!

Que en el Garrahan se pueda consultar por un resfrío, es tan absurdo como ir a la NASA a aprender a remontar un barrilete.

Que al Garrahan se pueda ir en colectivo con un niño con tos es una estupidez, porque aparte, te vas a perder el día hasta que lo vean. Llegaste a las seis de la mañana, para agarrar numerito, y te fuiste a las nueve de la noche con la recetita.

Porque el Garrahan debería estar solo para casos complejos, porque al Garrahan no se debería poder entrar si no es en helicóptero y derivado de otro centro. Con patente de grave, es decir. Y si es posible dejando algún órgano en garantía en mesa de entradas, por si te hiciste el vivo y consultaste por una ñañita.

Sin embargo, mezclando la biblia con el calefón, en el Garrahan, como en muchos otros hospitales que deberían ser solo hospitales y solo de alta complejidad (valga la redundancia, porque hospital debería significar alta complejidad). Se ven resfríos, se ven intestinos irritables (de esos que no responden al Actimel ¿Viste Flo?) , se ven mujeres golpeadas, se ven adúlteros y adulterandos a las trompadas, se ven accidentados graves... se ve de todo.

Y los hospitales, no deberían estar para eso. Porque la mayoría de la gente no necesita ser vista en un hospital. Porque cuando una parejita joven va a las dos de la mañana a un hospital donde vuelan los órganos y la sangre y consulta porque se les rompió el preservativo en el medio de la cuestión... La respuesta puede ser: ¿¡Y por eso me consultaaaaaaaaaannnn!? ¿¡Por esa pelotudez?! 

Por un lado porque para quien está con el guardapolvo manchado de sangre y vómitos porque le acaban de tirar siete camillas de un accidente a las tres de la mañana, OBBBBVIAMENTE (así con la "b" remarcada) que "Un forro pinchado es una boludez" OBBBBVIAMENTE señores!. Y disculpen las palabrotas pero no queda otro recurso para marcar el contraste, para que se pueda ver que una desgracia fuera de contexto puede ser una nimiedad.

Y un preservativo roto, a las tres de la mañana, en un hospital lleno de quienes están más cerca del arpa que de la guitarra, pasa a llamarse "forro pinchado" y, automáticamente (archívese), pierde toda posibilidad de ser tratado como corresponde. Y un preservativo roto, es un problema serio. Y en la medicina ambulatoria es una entidad, y tiene nombre y tiene solución. Y muchas veces requiere anticoncepción postcoital (que me perdone el clero) y a veces más cosas. Porque no es lo mismo que se rompa el día cuatro que el catorce y porque no es lo mismo si el semen tiene hacheivé o no, para poner las cosas en su lugar y para que nos demos una ideíta.

Solo que nuestro preservativo roto cayó en el lugar inadecuado en el momento inadecuado (the wrong momet and the wrong place anglosajonamente hablando). Cayó a las tres de la mañana en el medio de una batahola de sangre y órganos.

Y dicho sea de paso, porque el Garrahan debería cerrarse al público general y en él deberían hacer solo lo que hacen extremadamente bien, es decir, alta complejidad. Para no dilapidar recursos ¿Vio?

Porque en el Garrahan, no deberían formarse médicos para luego ser pediatras generales que van a ver una inmensa mayoría de niños sanos sino, quienes, habiendo terminado pediatría, necesiten subespecilizarse para ver leucemias, para reconstruir caritas malformadas, para transplantar hígados o rearmar corazones. Porque el Garrahan no está para formar pediatras generales y porque ser pediatra general es algo serio que merece cocinarse en otro caldo.

Pero así están las cosas en nuestro país, elegido de Dios ¿Ya sabemos que "Dios está en todas partes pero atiende en Argentina" no?

Pues bien, está todo, o casi todo, patas para arriba.

Un politicón barato de esos maníacos que hablan sin parar como si supieran de todo nos convence de que resolver la cuestión de la salud es abrir más hospitales. No hay imbécil que no asocie salud con hospitales, tomógrafos y quirófanos. ¡No burro! Decimos nosotros. ¡Sí tontito! Dice él. Y si no, ¿Cómo coimeo? (piensa él). 

Y una señora de Barrio Norte con voz irónica llama a "chichegelblun" o a "nelsoncastro" o a "victorhugo" a la mañana para quejarse porque "los hospitales son un desastre".

Y claro, seguro que si viene alguien con dos deditos de frente y quiere reorganizar un poquito la cosa y orientar las cosas un poquito, le paran el hospital, lo tildan de xenófobo, de fascista, de pedófilo y de antisemita... o lo llama el propio ministro para "parar la cosa" para que no le vuelen a su hermana, o a su cuñado o a su entenado. Y nuestro chapulín colorado, honesto y devenido en funcionario, que no es político, ni coimero, ni tiene "cintura" como dicen los gordos que lo que menos tienen es cintura, agarra el cuadrito de su familia, su pendrive, renuncia y se jura que nunca más vuelve a la función pública.

Porque no teniendo esa "cintura política", es decir, no siendo coimero, ni psicópata, ni patotero, a nuestro héroe, al pobrecito, le llenaron la carota de dedos.

Porque reorganizar la salud no da guita.

Porque "La política es el arte de lo posible".

¡Qué lo parió! (Inodoro Pereyra dixit).

A esta nota la había titulado Mal paridos. Y luego autocensuré el título, porque mal parido suena mal y porque insulta aunque no quiera.

El título Mal paridos lo era por los residentes. No solo del Garrahan. De muchos lugares más. E iba con todo respeto. No porque sean mala gente, (como los que le decimos mal paridos), sino porque han sido paridos en un lugar inapropiado. 

Pero que quede claro: la residencia es el mejor método de formación y entre quien la hizo y no la hizo... hay un abismo. Y todavía hoy, en la Argentina, quien hace una residencia en lo que menos piensa es en dinero. Quien hace una residencia está dispuesto a embarrarse las botas y salpicarse de sangre. Si busca un médico bueno pregúntele -¿Dónde hiciste la residencia? Si no la hizo, puede ser bueno (como habiéndola hecho puede ser malo), pero es mucho menos probable.

Todavía tengo la carpetita en la que rodeaba con circulitos mis guardias los días en que, en un altillo del viejo hospital donde dormíamos, nos citaba Alejandra, una compañera, al mediodía para organizar las guardias del mes. Las guardias del mes eran muchas, eran sábados, eran domingos, no respetaban fines de semanas largos, ni navidades, ni fines de año, ni añonuevos. En las guardias se trabaja mucho y siempre al borde del abismo, en donde el conocimiento no alcanza y el tiempo tampoco. 

El primer día de residencia, desde Neuquén me llamó mi hermana que hacía de hermana, de amiga y de madre. Yo estaba en la sala viendo pacientes, como iba a estar por cinco años. Se me hizo un nudo en la garganta y se me llenaron los ojos de lágrimas (como ahora) y le dije... -No voy a aguantar. Después aguanté y hoy, cuando veo a los residentes jovencitos, con tiras de electrocardiogramas que les cuelgan de los bolsillos, con el ambo arrugado, con un estetoscopio auscultador de cosas importantes, con ese aire de melassétoditas... me muero de envidia. Pero esa es harina de otro costal.


*Hospital de Pediatría Prof. Juan P. Garrahan. Referente nacional en casos pediátricos de alta complejidad. Innecesariamente abierto a la consulta general.


3 comentarios:

  1. Preservativo perforado es equivalente a equino exhausto cuando referimos a -ya vas a venir con el caballo cansado- Por eso la UNICA manera es forro pinchado.Y al clero cloro.
    Como se soluciona esto Charly? Porque pedir que los pacientes comunes que circulamos x el mundo tengamos sentido comun para evaluar la seriedad o los riesgos de una cuestion medica es muy dificil.
    Hace unos años me desperte en medio de la noche, con lo que parecia ser un terremoto, inmediatamente pense, vivo en la llanura, prendi la luz y encontre a mi compañerito de cama rarisimo saltando, con el cuerpo rigido, trate de despertarlo normalmente,y antes de llamar al medico (amigo nuestro) le propine unas cachetadas, bue... eran convulsiones. Pero yo no lo sabia, jamas habia pasado por tal experiencia y temia llamar al medico y que cuando llegara me dijera -Rita esta soñando-
    Y pedir que desde la funcion publica pongan cada cosa en su lugar tambien es dificil, me voy a llamar al medico de Maca con ambulancia incluida porque tanto pensar tengo miedo de colapsar

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    1. La solución son las mentadas (y jamás ni siquiera ensayadas) Políticas de Estado. Para lo cual, en cada sistema, en este caso en lo que debería ser un Servicio Nacional de Salud debe haber gente capacitada que trascienda a los politicuchos ladrones de turno y programas estructurados y a largo plazo, que también trasciendan los gobiernos de turno. Acá no hay nada. No hay política que salga del Ministerio de Salud que no sea una acción coyuntural y cortoplacista o para robar. Fijate, como anécdota, que a Whitney Houston, la asistieron paramédicos (y estoy hablando de un país cuya salud es para olvidar, como USA). Acá, Susana Giménez o Mirta Legrand tienen gases y enseguida va un conocido médico mediático y les manda algún gastroenterólogo caretón a que les dé Factor-AG y las interne por 24 horas. No sé cómo se manejará tu caso en Suecia. Seguramente que hay un 0800 nacional al que llamás, te interrogan y se actúa en consecuencia. Seguro que en Suecia también se infartan en el medio del hielo en algún pueblito del norte. Seguro que lo manejan mejor que acá. Pero tienen Sistemas de Salud, no estas payasadas de Obras Sociales, Prepagas, Salud Pública totalmente desarticuladas. Sí, por supuesto que hacerlo es difícil. Primero porque hay mucho por hacer y segundo, y más importante, porque si querés cambiar un ascensor, vienen del Sindicato de Ascensoristas, Elevadores y Fabricantes de Escaleras y Escaleritas SAEFEE y te patotean.

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    2. Si, se te vienen los sindicatos, pero no olvidar que, muchas veces, cuando querés cambiar las reglas de juego, se te vienen los propios colegas y compañeros. Los médicos, en todo este rollo sanitario (con perdón de la expresión), no estamos jugando el mejor de los papeles.
      Si te contara las cosas que tuve que ver en diferentes lugares en donde, por ejemplo, se les ofrecia mejorar el sueldo (mejorar de verdad, no "como si") a cambio de que trabajen las 4 horas (!) por día que decía el contrato.
      La verdad que es muy complejo, aunque no creo que sea imposible. Lo que me queda claro es que el cambio no es una responsabilidad solamente de un gobierno, es una responsabilidad de la sociedad, porque los cambios necesarios son sociales.

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