Circe, la
hechicera de la isla de Eea despide a Odiseo (Ulises) y le ordena ir al Hades para
preguntar al adivino Tiresias la forma de regresar a Itaca. Odiseo llega a las
puertas del Hades, la neblinosa morada de los muertos, conversa con Elpenor y
luego con Tiresias, el adivino, quien le aconseja no tocar las vacas de Helios
cuando lleguen a Trinaquia(1).
Luego de su
paso entre Escila y Caribdis y la isla de las Sirenas, llegan a la isla de
Trinaquia, donde sus compañeros agotados y famélicos, matan y se comen los
rebaños de Helios. El rayo de Zeus los destruye.
Casi me
siento Tiresias cuando pienso que un nuevo rebaño de terneras florecientes comienza
a pastar en el Río de la Plata: la
Medicina On-Line.
En las
últimas dos o tres semanas empecé a oír, cada vez con más frecuencia y volumen
de esta nueva diversión que la inagotable sed innovadora argentina va a multiplicar
a ritmo de conejos. La consulta on line a la que
seguramente, nuestras paquetas madres de niños ricos, aprenderán a llamarle Col.
Más que sed innovadora, es sed copiadora. Y en
salud, copiamos rápidamente lo peor. La medicina On Line, en este caso, en lugar
de copiar lo mejor: la residencia obligatoria, la certificación periódica, la
adopción de políticas racionales de salud, las agencias serias de evaluación de
tecnologías, la regionalización de la salud, la salud en manos del Estado (y
cuando digo Estado, digo Estado serio y no politiquejos ni sindicalistas
corruptos), la población a cargo, los niveles de atención (los resfríos no van
a los hospitales ni los infartos se mueren sin atención en la casa), etcétera.
Pensé en Julian
Tudor Hart, me acordé de la Hidra de Lerna, el monstruo acuático que tenía la
virtud de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o se le amputaba, a la
que Hércules, mata en el segundo de sus doce trabajos. Me acordé de la Hidra de
Lerna de nuestra Medicina Domiciliaria, pensé en las vacas de Helios, en el
rayo de Zeus y por poco, me siento Tiresias(2,3).
Como dice
Rafael de León en su bello poema, La profecía(4):
Y haciendo un poco de historia,
nos volveremos atrás,
para recordar la gloria
de mis días de chaval.
nos volveremos atrás,
para recordar la gloria
de mis días de chaval.
Cuando
empecé a ejercer la medicina como residente, hace ya 35 años, recuerdo sin
rigor histórico ni detalles pero con la precisión de haber visto ya casi toda
la película, que un grupo de empresarios argentinos, no sé si copió o inventó
un nuevo servicio, la medicina domiciliaria, para aquellos que estaban
dispuestos a sacar dinero de su bolsillo, es decir pagarse el servicio, para
tener la seguridad, la tranquilidad, de tener un médico en su casa cuando realmente fuera necesario.
Imagino que hoy,
los comerciales de este nuevo e inteligente servicio hubieran mostrado un
matrimonio de jóvenes rubios y bellos y un nenito hermoso con flequillo
durmiendo en una perfumada habitación llena de peluches con imagen difuminada y
musiquita de xilofón que terminaba con la frase “Dormí tranquilo… Tu
médico en Casa, te cuida las 24 horas”.
Julian Tudor
Hart, un médico inglés que hoy tiene 90 años, que ha trabajado durante 30 años como
médico de familia en áreas con poblaciones desfavorecidas de Gales y defendió
con uñas y dientes el sistema público de salud inglés dijo algo que luego se
difundió como ley de cuidados inversos
y que hoy, recién llegado de un congreso de Mediina Familiar y General en
Tucumán, me viene a la mente a cada rato, lo veo en todas partes, monstruo
ubicuo:
La accesibilidad a los buenos
servicios de salud tiende a variar inversamente a las necesidades de la
población asistida
Es decir,
quienes necesitan recursos, no los tienen; quienes no los necesitan, los
tienen, usan y abusan de ellos.
Este
monstruo de la medicina domiciliaria, haciendo la historia breve y simple, al
principio era un servicio bien pagado, atractivo para los médicos que se subían
a una ambulancia e iban con un chofer y a veces con un enfermero al domicilio
de quien los necesitaba.
Como toda economía de mercado, el servicio se fue
generalizando, nuevos actores entraron en el mercado, la necesidad de su uso fue creciente, los salarios de los médicos
fueron cada vez menos atractivos, el nivel académico de quien estaba dispuesto
a subirse doce horas a una ambulancia a golpear puertas y ser cada vez más
maltratado decreció, el usuario empezó tímidamente a usar el servicio hasta que
le tomó el gustito y empezó a llamar por cualquier fiebre o tosesita de su niño
a la noche (Léase en este mismo blog Sirenas en la noche por los mocos de
Nachito).
Hoy, las
ambulancias fueron reemplazadas por autitos, porque por tanta pavada no hace
falta una ambulancia, hay médicos que usan su propio auto y la medicina
domiciliaria se convirtió en Beirut.
¿Quiénes la
usan?
¿Imagina
algún pobre pidiendo médico a domicilio?
¿Por qué la
usan?
¿Qué médicos
van?
¿Cuál es la
satisfacción del usuario?
¿Aportó
soluciones?
Las
respuestas:
¿Quién usa
este juguete de la atención domiciliaria?
La usa el medio pelo de Jauretche, la clase media-alta a alta (ma non troppo, porque el verdadero rico no se deja tocar por un médico extranjero, como suelen definir peyorativamente a quienes asisten a los domicilios).
¿Imagina algún pobre pidiendo médico a domicilio?
Ningún pobre tiene acceso a un médico a domicilio. Tampoco casi a un médico porque si su hijo tiene fiebre y broncoespasmo a las tres de la mañana, la única opción, no pocas veces será subirlo al ciclomotor e ir los tres, padre, madre y niño a un centro asistencial. Mientras, dicho sea de paso, sus hermanitos se quedarán solos, esperando a que luego de tres o cuatro horas regresen con el niño nebulizado.
¿Por qué lo usan?
Lo usan por pavadas. El 90 por ciento de las consultas domiciliarias son por pavadas simplemente porque la oferta crea demanda y entonces, la Hidra de Lerna, cada vez tiene más cabezas.
¿Qué médicos van?
Van médicos que en general no tienen una formación sólida y completa. Cuando digo sólida y completa digo al menos una residencia clínica. En esta población de médicos domiciliarios, para solaz y alimento fácil de la bestialidad xenófoba del medio pelo, hay una importante proporción de extranjeros de países latinoamericanos. La descontenta usuaria de Barrio Norte no dudará en poner el grito en el cielo porque ni le revisó al chiquito el médico extranjero que me mandaron, poniendo un especial énfasis, una pausa, un cambio en el tono de la voz y muchas veces la aclaración confirmatoria no es que yo tenga nada con los extranjeros…
Esos médicos al principio, allá lejos y hace tiempo, cobraban bien su trabajo, luego como el mercado tiende al equilibrio perfecto minimizando la rentabilidad, con el ingreso de nuevos actores, fueron cobrando cada vez menos. De todos modos, la paga por andar doce horas golpeando puertas y curando mocos y dolores de panza no es para nada despreciable por lo que no pocos jóvenes, ante la opción de una agotadora y mal paga residencia de cuatro o cinco años eligen plata en mano y más tiempo libre, no hacen la residencia y siguen alimentando esta bestia rioplatense de la medicina domiciliaria, las guardias de demanda espontánea, el medio pelo, los mocos y las quejas airadas.
¿Cuál es la satisfacción del usuario?
Los usuarios, insatisfechos, claro está. Porque su percepción de calidad corre de la mano de sus pretensiones cada vez más desbocadas.
¿Aportó soluciones?
Ninguna. Le agregó una cabeza más a la Hidra.
En los pocos países serios los médicos no van a domicilio. Luego de un interrogatorio telefónico, si la consulta es por moquitos, y les puedo asegurar que ningún matrimonio sueco o danés llamará a las tres de la mañana por los mocos de Erik o Sten, los papás tendrán que llevarlo a la asistencia pública y si el viejo Ian tiene un infarto, partirá un camión blanco con cintas naranjas, un chofer y dos paramédicos, le pondrán vías, lo estabilizarán, le darán oxígeno y lo llevarán al hospital público donde será atendido como corresponde y en una de ésas será atendido antes que el senador o el ministro que están en la misma central de emergencias pero menos graves que el viejo Ian.
En la Argentina, la medicina de ricos, es decir, la medicina prepaga le pone cada vez más cabezas a la Hidra un nuevo monstruo está naciendo:
La consulta On-Line
Las entidades de medicina prepaga en sus laboratorios creativos para satisfacer cada vez más la voracidad y retener a sus frívolos usuarios, están creando esta nueva cabeza de la Hidra.
La Col, consulta on-line es un nuevo sistema por el que se les pagará a médicos, que al principio deberán tener ojos celestes y vestir ropas de moda, para que se sienten en su domicilio y atiendan por Skype, las demandas y preocupaciones de los pudientes.
-¿Qué tiene el niño, Malena?
Anda como trastornao,
le encuentro cara de pena
y el colorcillo quebrao.
Y ya no juega a la tropa,
ni tira piedras al río,
ni se destroza la ropa
subiéndose a coger níos.
¿No te parece a ti extraño?
No es una cosa muy rara
que un chaval de doce años
lleve tan triste la cara?...
José Miguel no te preocupes, llamaré a Doctor OL por Skype.
El doctor en su casa (se le pedirá al principio que detrás de él no haya fotos de Boca Juniors ni que se vea la heladera con los stickers, ni el inodoro ni que atienda en salida de baño) recibirá la cyber llamada de Malena quien le mostrará al niño y luego de ver que los moquitos son por un resfrío y aconsejarle un bañito tibio, jugo de naranja y paracetamol Malena estará chocha con el nuevo juguete On Line, el doctor sin moverse de su casa se meterá unos pesitos en el bolsillo y en el puente de Avignón todos bailan y yo también.
Yo hago, desde hace rato, algo parecido a esta telemedicina. Mis pacientes tienen mi teléfono y mi email y me consultan. O yo los consulto con otros colegas por teléfono o email, envío fotos de lesiones de su piel a colegas y me contestan, o mando sus tomografías o resonancias o coronariografías por email o por Dropbox a colegas que están lejos y los consulto.
Pero lo hago con mis pacientes, a los que veo y conozco desde hace décadas. Puedo manejar satisfactoriamente muchas instancias de mis pacientes evitándoles agotadoras e innecesarias consultas a una guardia por un resfrío común, o por la presión alta o por un eccema agudo.
En los sistemas serios, la salud se maneja con médicos de cabecera muy bien formados.
Todo ciudadano debería tener su médico y los médicos generalistas deberían tener su población a cargo. Ver a nuestros pacientes por Skype, es posible y útil. Suma y no resta.
Consultarnos entre colegas también suma. Que un colega de una provincia lejana me consulte un paciente, explicándome su caso, mandándome imágenes o resultados suma y muchas veces evita traslados y gastos innecesarios.
Pero la nueva cabeza de Hidra que se viene, conociendo nuestro medio como si lo hubiera parido, va a ir para el lado de los tomates.
Pensamientos en voz alta
Para hacerla breve y sin llegar a ser el adivino Tiresias, les cuento los próximos veinte años de la historia.
Algunos entrepreneurs juntarán inversores y crearán sus propias OL Medicines (Medicinas On Line), luego las venderán a corporaciones más grandes con pingües beneficios en poquísimo tiempo y saldrán en la tapa de la revista del diario del domingo, flaquitos, canosos, con zapatillas de colores, jean ajustado, camisita a cuadros y alguna pulserita de cuero:
“El argentino que le dio una vuelta de tuerca a la medicina”
Las consultas OL se multiplicarán como las cabezas de la Hidra. Cada vez más y por cosas cada vez más estúpidas.
Los médicos cada vez cobrarán menos, pero este buen currito les permitirá por muchos años, en lugar de hacer la residencia, quedarse en casita tomando mate y dentro de algunos años OL Tronic ya les dejará que se vea el mate por Skype.
Habrá fusiones (mergers) en el mundo OL.
La oferta, lejos de satisfacer demanda no cubierta, generará demanda.
Julian Tudor Hart y yo (por suerte para ambos) seremos cenizas.
Mi hija, hoy estudiante de medicina, podrá atender desde la cocina de su casa fiebres y pruritos de todo tipo y color.
Los pobres, cada vez más pobres tendrán cada vez menos acceso a servicios esenciales y los ricos cada vez más ricos podrán seguir inventando estupideces.
La salud y la educación son cosas demasiado serias como para dejarlas en manos del mercado. Los países que miran hacia el futuro, no las dejan.
Cuando el padre está ausente los hijos tienen más dificultades, cuando el Estado está ausente, los ciudadanos lo pagan carísimo. Esto está pasando desde hace rato en Argentina.
Los ricos cada vez más ricos los pobres cada vez más pobres la medicina cada vez más berreta.
Me siento Tiresias al adivinar que comeremos estas nuevas vaquillonas, las consultas On-Line, para que el rayo de Zeus de la inequidad, siga pulverizando nuestras esperanzas de crecimiento.
Una nueva cabeza le nace a la Hidra de Lerna.
Referencias
1. Homero. Odisea. CATEDRA LE. Calvo JL,
editor. 1987.
2. Hart JT. The inverse care law. Lancet
[Internet]. 1971 Mar 27 [cited 2015 May 30];1(7696):405–12. Available from:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/4100731
3. Wikipedia. Hidra de Lerna [Internet].
Available from: https://es.wikipedia.org/wiki/Hidra_de_Lerna
4. Londoño GH. A media voz [Internet].
Available from: http://amediavoz.com/leon.htm
Muy bueno !! Abrazos.
ResponderEliminar¡Abrazo Alejandro!Gracias
EliminarExcelente
ResponderEliminarEstimado Carlos: Tiresias era ciego, pero vos ves todo con deslumbrante claridad. Y subrayas lo que suma; mostras cómo hacerlo bien (o mejor). No cualquiera. Abrazo! Pedro.
ResponderEliminarGracias Pedro. Es un honor recibir un comentario tuyo así. Abrazo
EliminarMuy bueno!
ResponderEliminarMuy bueno!
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