jueves, 30 de enero de 2025

La filosofía de Moisés

Pero no la de Moisés el profeta que hace 3.500 años los sacó de Egipto. La de Moisés Goldfarb, de Villa Crespo, textil que dejó a su mujer para irse con su concuñada, es decir con la mujer de su cuñado o cuñada de su mujer.


Un día Marcelo, su hijo menor, discutía con Moisés porque éste le dijo que si no sacaba un escritorio que había dejado Marcelo en su oficina, lo iba a tirar.


¡Qué lo vas a tirar papá! dijo Marcelo.


Y la respuesta de Moisés fue: ¿Que no lo voy a tirar? ¡Dejé a tu madre para irme con tu tía mirá que no voy a tirar un escritorio!


Me gusta la filosofía de Moisés el Textil. Nadie se tiene ganado el cielo y toda relación puede interrumpirse, llegar a su fin, cuando la cosa no va ni para atrás ni para adelante y mucho más aún, cuando empieza a ir para atrás.


Cuando mis pacientes me dicen -¡Yo nunca lo voy a cambiar doctor; jamás!, les respondo que si todas las relaciones pueden cambiar, si los matrimonios que un día se juraron acompañarse en la salud y en la enfermedad; en la riqueza y en la pobreza; en la vida y en la muerte, no pocas veces terminan a las patadas, con mediadores y jueces para dividir sus bienes; si los hermanos, que dijeron que jamás se iban a pelear por dinero, también terminan denunciándose y en tribunales cuando se mueren los padres ¿Por qué no habría de terminar una relación médico-paciente?


Y, como voy teniendo cada vez menos paciencia, porque ya vi la película tantas veces, que me sé el final de memoria, es que me voy poniendo asertivo, mal llevado, diría. Y, cuando empiezan a aparecer los signos de alarma, las banderas rojas de la relación médico-paciente, la termino.


¡Eh! Te borrás. Sí, me borro; guardo munición para otra guerra.


Hay mucho ser humano que si bien no cree en la eternidad, actúa como si fuera eterno. Cada vez tienen más síntomas y debilidades, sus marchas se vuelven inestables, se levantan de noche, se caen en el baño, se olvidan la hornalla encendida y llenan de humo la casa, cuando no la incendian, se caen en la calle…


Aparecen los de Bilbao* y uno empieza a estar en el banco de los acusados. Vienen con formularios que uno tiene que completar y firmar y sellar y escanear; con estudios inútiles, solicitados por un Estado no menos inútil,  que uno debe solicitar para cumplir con “las reglas”, para que dejen de pagar medicamentos. Todo se vuelve trámite y malos modos.


Cuando hablo de institucionalizar, es decir de geriatrizar, es poco menos que mostrarle ajo a un vampiro: el anciano llora y se siente traicionado y desilusionado por su médico a quien siempre tuvo como amor sempiterno, los familiares te dicen que eso es lo último que harán y que “Usted lo dice porque no le pasó a usted”. Todo se transforma, todo se enrarece;  algo empieza a oler  a podrido en Dinamarca.


- Le vamos a poner una señora que la cuide.

- No alcanza con una señora porque nadie aguanta veinticuatro horas a un viejo, ni un viejo aguanta a una señora que no conoce;  además de que la señora tiene que tener descanso y fines de semana libres.

- Pondremos dos; pondremos una “SADOFE” (sábados, domingos y feriados).

-Tendrán que poner tres, o cuatro. Carísimo, gente mal preparada y, cuando hay más de uno, faltan platos, manteles, anillos, dólares que estaban en un cajón, un traje, cinturones. Los pedidos del supermercado parecen las vituallas necesarias para desembarcar en Normandía, aunque terminan en una heladera en Aldo Bonzi; el anciano se pone beligerante e insulta, odia (con razón) a todos sus cuidadores, que (con razón) odian al anciano y, también con razón… todos nos empezamos a odiar.


WhatsApp:

-Doctor, le pedimos que ordene un traslado a la guardia porque no come, ni toma agua.


Así son las cosas.


Nada está preparado para la eternidad. Yo tampoco estoy capacitado, ni tengo vocación para tratar de eternizar a la gente, para bancarme a los de Bilbao malhumorados y culpógenos, para pedir estudios tan caros como inútiles, para llenar formularios y para prescribir las vitaminas que aconseja el doctor decrépito de la radio de todos, incluyendo zinc, magnesio y selenio.


No. 


Prefiero terminar el contrato.


Si Moisés, el textil,  dejó a la madre de Marcelo por la cuñada…


                                    Moisés de Miguel Ángel - San Pietro in Vincoli, Roma


* Los hijos de Bilbao: https://mimedicodecabecera.blogspot.com/2017/04/los-hijos-de-bilbao.html


1 comentario:

  1. Es tal cual. Veo las dos situaciones en mi extensa familia pero por suerte todavía no me tocó.

    Parece mentira, pero los familiares se vuelven los peores enemigos (esto no es científico, pero las peleas entre familiares suelen ser muy virulentas).

    Y el tema de "las chicas que me ayudan" también sucede. Suerte que puede pagarlas, pero una anciana familiar tiene ¡5!

    Saludos, doctor. Me asustó el otro día cuando tituló "Hasta aquí llegamos". Por un momento, pensé que hablaba del blog.

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