Marisa tiene 70 años. Hace poco la vi
por primera vez, su médico de cabecera dejó de atender y le recomendó que siga
conmigo.
Como suelo hacer la primera vez que
veo un paciente, escribo sus datos biográficos.
Nacida
el 1 de octubre de 1946 hija de Norberto asesinado en la vía pública a los 41
años el 20 de marzo de 1955 cuando regresaba del trabajo a su casa en
Avellaneda. El crimen nunca fue esclarecido. Madre, Milagros Bernárdez
fallecida a los 63 años en 1976 aneurisma cerebral. Hermano: Julián 1949 sano,
casado tres hijos: Rodrigo 30 y pico de años, Marcelo 24 y Cecilia 20, todos sanos.
Cecilia es ahijada de una de las hijas
de Marisa.
Casada
con Raúl Di Fiori 1945 sano.
Hijos:
Gabriela 1972 sana casada tres varones: Pedro 9, Marcos 7 y Miguel 4 años y medio. Arquitecta vive en
Palomar. Patricia 1975 sana casada dos hijos: Hugo 7 años y Franca 3 años y
ocho meses, es psicóloga y trabaja en un centro con niños discapacitados vive
en La Lucila. Bernardita 1980 (20 de marzo, enfatiza resaltando que Bernardita
nació el mismo día que asesinaron a su padre) sana, soltera, antropóloga vive
sola.
Marisa
vive con Raúl. Es nutricionista y trabajó con niños con trastornos de
alimentación y los últimos 20 años en consultorios asistiendo en la atención psicológica de estos niños.
Raúl
trabajó en un negocio familiar con primos y su hermano, vendían autopartes,
cerraron en 2000.
Antecedentes:
Asustadiza "con los años me he puesto peor". Dice ser obsesiva y muy
temerosa con sus nietos. Mucho amor en la familia, se lleva muy bien con su
marido a quien quiere muchísimo, dice que es muy servicial, hace unos días,
Raúl cumplió 70 años y lloré mucho, por emoción, dice.
Refiere
tener palpitaciones frecuentes y el año pasado un cuadro de taquicardia por lo
que fue vista en guardia.
Toma
medicación para la presión y un ansiolítico.
Trae
anotado:
¿Puede
ser que el Alplax me traiga somnolencia o como un dolorcito de cabeza o algo?
Tuvo
días con contracturas brutales "me gustaría hacer kinesiología"
¿Las
aspirinetas entonces? A mí me da vueltas en la cabeza de pensar que tenga algo
como mi mamá, soy tan temerosa con ese tema entonces...
Tengo
una catarata en ojo derecho que me descubrieron pero me dijeron que en el
hospital está el doctor Betancourt que es muy bueno, me pregunto, Uyy si me
tienen que operar...
"Tengo
la autoestima por el piso".
Dice
que va a hacer canto porque le gusta mucho y va a estudiar inglés porque le
encanta; no quiere hacer computación.
Tiene
escoliosis de la columna dorsal, un soplo sistólico de esclerosis valvular
aórtica 1/6 y su presión está normal.
A
los treinta y pico de días regresa a la consulta y me cuenta que fue de viaje
con Raúl a Europa y que Raúl quería conocer también San Petersburgo. Tenían
programado un viaje de 21 días pero a los diez días empezó a tener un síntoma
difícil de describir, le parecía como que iba a tener un vértigo, lo que le
produjo una ansiedad creciente y finalmente decidieron interrumpir el viaje y
regresar.
Le digo que interpreto que su
excesiva e infundada temerosidad, que en este caso parece tener orígenes ese 20
de marzo de hace 61 años, le está
causando no solo problemas a ella sino a su marido y a sus hijas y nietos
probablemente. Le digo que el hecho que me relata de la interrupción de su
viaje no es un detalle menor y que yo no quisiera ser una pieza más, funcional a sus
temores. Que muy probablemente, como veo en su larga historia clínica, sus
síntomas generan consultas y las consultas derivaciones y las derivaciones
estudios. Marisa -le digo- la mejor forma que encuentran los médicos de calmar
su propia incertidumbre y sacarse un paciente hipocondríaco, somatizador o
angustiado de encima es ordenarle un estudio y derivarlo a un colega.
Tiene palpitaciones, hágase un
electrocardiograma, o, peor, un Holter y consulte al cardiólogo.
Va al cardiólogo con el Holter normal
y este devuelve el paquete al médico de cabecera y le dice al paciente (cosa
frecuente y horrible) Dígale a García que la mande a un endocrinólogo
escribiendo un horrible reporte de la consulta:
Palpitaciones. Holter normal.
Aconsejo consulta a endoc.
Le digo textualmente
Marisa, no voy a entrar en su juego,
si me permite la expresión, porque su juego me hace un poco de mal a mí y mucho
a usted.
Los ojos se le llenan de lágrimas y
me dice -Tiene razón doctor.
Me gustaría que vea a un psicólogo y
que junto con el psicólogo y usted, veamos qué podemos hacer para que sea
más feliz ¿Podría venir con alguna de sus hijas, o con Raúl, en la próxima
consulta?
Marisa va al psicólogo que le
recomendé con quien me comunico y me dice que el caso de Marisa es patológico,
que la vio una consulta pero que canceló la última cita y "me parece que
no va a volver".
Ese mismo día, Marisa viene con
Patricia, su hija psicóloga de niños.
Como todas estas consultas en que uno
cita con un familiar por un paciente que yo llamaría "cortocircuito"
la consulta empieza con cierta tensión, con muchos silencios con un paciente que
no sabe de qué vamos a hablar, con una hija que se pregunta "qué hago yo
acá" y con un médico (yo) que me pregunto en ese momento si no hubiera
sido mejor un dosaje de hormona tiroidea, una derivación a un endocrinólogo y
continuar con el show, como diría Freddy Mercuri. Hacer "la fácil".
Pero no. Me gustan estas consultas,
sé que van a fluir, me siento un neurocirujano que está por abrir una cabeza
llena de pus, sé que en cualquier momento voy a meter un escalpelo y todo el
consultorio se va a llenar de pus.
También sé, y también recomiendo a
los jóvenes que si uno no sabe qué puede pasar y qué va a hacer cuando pase lo
que pase, mejor no meterse.
De modo que… en el consultorio,
estamos Marisa, Patricia y yo… silencio, todos los ruidos vienen de afuera, de
la calle, ruido de colectivos, alguna sirena y muchas bocinas…
Rompo el silencio.
-Pienso que usted Marisa no la está
pasando bien, pienso que tampoco la están pasando bien los suyos y dado que sus
síntomas no son racionales, es decir, no tienen una explicación lógica y yo no
voy a generar un acto médico de cada uno de sus temores, le pedí que venga con
alguien de los suyos y también que vaya a un psicólogo, para ver si podemos
desentrañar y trabajar sobre el origen de sus miedos y si eso, de alguna forma
le permite a usted ser más feliz.
Se producen los primeros cabeceos de
asentimiento. Cabeceos de Marisa, cabeceos de Patricia, nos empezamos a aflojar
cada uno en su asiento. Todo empieza a fluir.
Marisa me quiere decir algo pero no
se anima, leo que me quiere decir que no le convenció el psicólogo, tiene miedo
a decírmelo, me dice que no se sintió contenida...
Y me dice que tiene un problema muy
grande - Y bueno, usted es mi médico y yo se lo tengo que decir ¿No? y mira a
Patricia buscando consentimiento y me mira a mí y...
Pienso, epidemiológicamente, recorro
mi historia de consultas, pienso en los somatizadores en los traumas, se me
pasan por la cabeza el abuso sexual en la infancia, Raúl adúltero, hijos
adoptivos que no lo saben... vaya a saber qué.
Y mira a Patricia y Patricia apura
¡Dale mamá, decile!
-Doctor, mi hija menor...
-¿Es homosexual? me adelanto y
pregunto.
Marisa abre grandes los ojos y mira a Patricia...
Marisa abre grandes los ojos y mira a Patricia...
Soy Maradona contra Inglaterra. Como
dice, Calle 13 en su tema Latinoamérica
Soy la sangre dentro de tus venas,
soy un pedazo de tierra que vale la
pena,
soy una canasta con frijoles,
soy Maradona contra Inglaterra
anotándote dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera,
la espina dorsal del planeta es mi
cordillera.
Soy lo que me enseño mi padre,
Llegamos al corazón de la infección,
saltó el pus, saltó la interrupción del viaje, Marisa cree que soy David
Copperfield, Patricia sabe que no lo soy, pero no le disgusta la idea.
Le digo cosas que ella piensa, le
digo que no me vengan con "esto que nos pasó" con que "quisiera
verlo si le pasa a usted", le digo que la diferencia que hay entre ella y
yo no son solo los nueve años que me lleva sino que vivo un mundo en el que la
homosexualidad empieza a dejar de ser "una enfermedad", un estigma y una
vergüenza, que la diferencia entre ella y yo, aparte de que yo veo
profesionalmente esta situación es que yo, cuando pensé en las futuras parejas
de mis hijas, ya pensaba en ellos o ellas y que les guste o no, se resistan o
no, refunfuñen o no, ahora, prontito debíamos volver a la normalidad y que
volver a la normalidad significaba, primero y antes que nada:
No ofender a su hija y a su pareja,
no discriminar, porque la ofensa y la discriminación iban a ser un camino de
ida en el que iban a perder irreversiblemente a una hija.
Claro, el problema no es tanto
Marisa, el problema está en Raúl. No lo acepta, pide que no le hablen de eso,
se pregunta "qué hicimos" "en qué nos equivocamos"
"quién tiene la culpa".
Al principio cuando Marisa habla de
Bernardita y quiere hablar de su pareja, busca la palabra, prefiere no decirla
o no sabe cómo definirla seguramente, para no sentirse cómplice.
Ante esos vacíos de palabras buscadas
y no encontradas le pregunto si Bernardita vive con su pareja, me dice que sí
y le digo que no solo cuando habla me tiene que mirar a los ojos sino que
tiene que aprender a decirle "la pareja de Bernardita" y, además, llamarla por
su nombre.
La pareja de Bernardita se llama
Maggie. De aquí en más hablaremos de Maggie.
No se sintió contenida por el
psicólogo que le recomendé porque "cuando le conté de Bernardita me dijo,
bueno, para algunos es normal". Le dije que no hacía falta que lo vuelva a
ver, que ahora teníamos trabajo nosotros.
En la próxima consulta vamos a ver si
viene Raúl pero le aclaro que esta Navidad la pasaré en la casa de los Di
Fiori, con ella, con Raúl, con Gabriela, Patricia, sus maridos y sus hijos.
Y con Bernardita y Maggie,
naturalmente.
Soy médico de familia, además de la
presión, del colesterol, de los pólipos en el colon, del exceso de peso y las
coronarias enfermas, veo gente, en su contexto y con sus circunstancias.
No reírse, no lamentar, no detestar,
comprender dice un precepto de Spinoza.
Two Friends (pastel) - Henri de Toulouse - Lautrec
¡Qué linda historia! Se me caen las lágrimas.
ResponderEliminarY para frutilla del postre, terminás con el gran Baruch Spinoza.
Bueno ese escalpelo para expulsar el puspsico. Preguntando lo justo, con mesura y rumbo firme, todo sale a la luz. Bernardita y Maggie , nunca pensaron armar tanto jaleo !
ResponderEliminarQue interesante reflexión, sobre los más interesante del ser que el ser en si mismo y sus cárceles psíquicas, lo interesante de correrse de lo que debe ser normal y posicionarse en que es simplemente una norma social la cual va cambiando a lo largo del tiempo y la construcción de aceptaciones
ResponderEliminarmuy buena la historia, y la refleccion última, pero cuánto te ayudaron "las canas"???
ResponderEliminarexelente! como siempre! y nos dejas pensando todo el dia...GRACIAS!!
ResponderEliminargenial, he tenido una historia parecida y me senti muy identificada.
ResponderEliminarGRACIAS
querido Doctor Garcìa, lamento la falta de profesionalismo del psicòlogo. Lo normal siempre es la temperatura del cuerpo 36.5 y no todos tenemos esa temperatura, je.
EliminarLa idea de familia tiene los vuelcos compatibles con la palabra "pueblo". La proyecciones de las personas, llevan cargas imposibles a veces. El 20 de marzo es la fecha de la muerte del padre de Marisa. Tambièn es la fecha del nacimiento de la menor de sus hijas. Lleva el nombre de una santa. Bernartita es la ùnica niña de 14 años que ve a la Virgen en Lourdes. Habrìa que indagar por què y quièn le puso ese nombre. un humilde aporte como guionista de tv y de radio. Mis respetos. Irene
Impecable historia Dr....orgullosa de ser médica de familia, involucrarse e ir siempre un poco mas allá de los "síntomas y signos".
ResponderEliminarMuchos síntomas homeopáticos...le haría bien está medicina a Marisa
Excelente nota,
ResponderEliminarAdmiro la valentia, de no ser , uno más de la industria medica
De poder bucear, más allá de los aparatos e indicadores
Y de tener la astucia y valentia de lograr sacar la espina, que detiene el placer en la vida
Encima ni cobrar por ello
Mi admiración doc !
Edy
Excelente nota,
ResponderEliminarAdmiro la valentia, de no ser , uno más de la industria medica
De poder bucear, más allá de los aparatos e indicadores
Y de tener la astucia y valentia de lograr sacar la espina, que detiene el placer en la vida
Encima ni cobrar por ello
Mi admiración doc !
Edy