“¿Cómo puedo hacer una
escultura? Simplemente retirando del bloque de mármol todo lo que no es
necesario”.
“En cada bloque de
mármol veo una estatua tan clara como si se pusiera delante de mí, en forma de
acabado de actitud y acción. Solo tengo que labrar fuera de las paredes rugosas
que aprisionan la aparición preciosa para revelar a los otros ojos como los veo
con los míos”.
Se atribuyen estas frases a Miguel Ángel, hablando de La Piedad(1).
Sara tiene setenta y largos años. Es la segunda vez que la
veo, se las ingenió para ser paciente mía cuando, unas semanas atrás, le hice
una evaluación de pre ingreso para adquirir los servicios de la prepaga donde
trabajo y estando acompañada de su marido le pregunté si aún se soportaban y
luego si eran felices.
Ya convertida en paciente de la prepaga, y por influencias y
llamados a amigos, en paciente mía, Sara llega un día a mi consultorio.
Seria, impecablemente vestida, casi ceremoniosa en su
actitud y sus movimientos.
Varios sobres con estudios la acompañan, los cuales pone
sobre el escritorio denotando que probablemente debería concentrarme en ellos
para conocerla, para en pocos minutos saber qué le pasa a su columna, qué a sus
huesos, qué vitamina le falta, por qué duele todo su cuerpo y por qué no puede
pegar un ojo en toda la noche.
Dispongo de 20 minutos, que en este caso seguramente serán
40 o 60. Mis pacientes saben que trato de respetar sus horarios y ellos deben
respetar los míos pero también saben que ellos pueden no hacerlo y yo puedo no
hacerlo cuando “las circunstancias lo imponen”.
Hago Medicina Familiar y ello implica que definimos
como problemas de salud a un espectro tan amplio de condiciones que van desde
una enfermedad coronaria asociada a una enfermedad valvular compleja hasta la
muerte de Nipur, el gato que acompañó durante los últimos 15 años a una anciana
de 85. Y a la enfermedad cardíaca le llamaremos estenosis aórtica severa asociada a coronariopatía difusa y al sufrimiento de la anciana por la muerte de Nipur le llamaremos duelo.
No pocas veces, detrás de una señora que consulta y consulta
y consulta por miles de síntomas raros y complejos, hay un maltrato infantil,
un abuso y hasta una violación.
Varios de mis alumnos habrán escuchado el relato de Elena
Vaccari, una “consultadora serial” una “fundamentalista del uso y abuso de
consultas no programadas, centrales de emergencias, tomógrafos, médicos a domicilio
y especialistas”.
Nunca les cuento a mis alumnos el paciente que va a venir.
No quiero condicionar sus ojos, ni sus oídos ni su mente. Ya no les digo a mis
pacientes que tengo un residente conmigo ni les pido permiso para que presencien
la consulta. Simplemente saben que lo tengo y
sé que tengo su permiso. Siempre estoy con alguien en la consulta.
- Elena, cuéntele a Yamila lo que pasaba con los alemanes en Módena (su ciudad natal).
- Elena, cuéntele a Yamila lo que pasaba con los alemanes en Módena (su ciudad natal).
Y Elena cuenta animadamente cómo su madre, después del
verano de 1943 se las ingeniaba para que las tropas alemanas no se la llevaran a ella, de 12 años, para disponer de su cuerpo y violarla.
Con acento de Emilia Romagna (imagino porque no sé
distinguir los acentos) Elena cuenta que su madre, cuando los alemanes
atronaban sus puertas, tomaba carbón de la estufa, se manchaba toda, ensuciaba
su casa y abría con ojos desorbitados para que los alemanes se fueran
rápidamente diciéndose entre ellos que la casa estaba habitada por una loca.
Cuenta cómo su padre salió un día con el carro y no volvió
más y cómo un primo dio el último paso de su vida pisando una Bouncing Betty
(así las llamaban los ingleses y americanos), una mina antipersona, en las
inmediaciones de Módena.
Pero, volviendo a Sara, prefiero declinar mi incursión a los
sobres de papel y respetuosamente, cuidando de no ser un prepotente que
desestima su salud ensobrada, le pregunto si no le molesta que antes de ver los
sobres le haga algunas preguntas para conocerla un poco.
En esas preguntas, en las que trato de trazar una biografía
de mis pacientes, los sobres con estudios quedan reducidos a una ridícula
muestra unidimensional al lado de los bolsones llenos de experiencias y
vivencias, pocas lindas, varias feas, algunas horribles de la vida de Sara.
Mi colega y amigo, Esteban Rubinstein, en su libro Clínica
Imaginaria habla de la “agenda” médica y la divide en la agenda del médico, lo que el médico entiende de la consulta y lo
que pretende de ella y la agenda del
paciente, lo que el paciente busca en la consulta. No pocas veces esas
agendas no coinciden, están desalineadas. Esteban dice que los médicos de
familia disponemos de la herramienta tiempo que nos permite subirnos y navegar
la agenda del paciente, aun con sus futilidades, sabiendo que disponemos del
tiempo para abordar finalmente nuestra agenda(2).
La agenda de Sara eran los estudios, mi agenda era ver quién
era Sara. Como era la primera vez, le pedí priorizar la mía. Quería saber
bastante de la dueña de esos sobres con estudios.
Su marido, quien había venido con ella a la consulta de pre
ingreso, había muerto hacía diez días, súbitamente en un mar de vómitos y
convulsiones.
Se habían mudado hace poco desde Ginebra, donde el último
año vivieron con la hija de Sara y su familia.
Su marido recientemente fallecido era su segundo marido, no
tenían hijos en común; él tenía tres hijos a los que no veía desde hace doce
años.
Decidieron volver a Argentina por la prepaga.
Alquilaron un departamento carísimo que a Sara le parece
además horrible y en un barrio “que no tiene nada que ver conmigo”.
Está sola, sus hijos en Europa, sus amigos en la zona norte
del conurbano.
No duerme.
Le duele todo.
En la agenda de Sara, están la dificultad para dormir, su
columna y sus dolores. Quiere saber si yo la voy a poder ayudar.
De mi consulta, de mi agenda, surge según le planteo:
Que está sola, que está aislada socialmente y que enfrenta
un duelo.
Y no sé si la voy a poder ayudar.
La agenda del paciente muchas veces está llena del mármol
que sobra y hay que sacarlo, simplemente, para encontrar La Piedad.
El mármol sobrante son muchas veces las pilas de estudios,
derivaciones, interconsultas, medicamentos, estímulos tan efímeros como
inútiles a las esperanzas de los pacientes que creen que van a solucionar sus
problemas que están en el músculo o en el estómago o en el pulmón.
Y no van a solucionar nada, solo van a crear más angustia,
frustración e incertidumbre porque los problemas están en el mármol que queda, una vez
sacado el que sobra.
Y, demás está decir, que yo no soy Miguel Ángel ni Sara tiene la belleza de La Piedad.
Y, demás está decir, que yo no soy Miguel Ángel ni Sara tiene la belleza de La Piedad.
Referencias
1. Hernández JM. La Piedad de Miguél Ángel
Buonarroti [Internet]. José Miguel Hernández Hernández´s Blog. Available
from: http://www.jmhdezhdez.com/2015/03/la-piedad-miguel-angel-escultura.html
2. Rubinstein E. Clínica imaginaria: El
intersticio en la consulta del médico de familia. Ediciones D, editor. 2012.
Piedad del Vaticano - Basílica de San Pedro del Vaticano, Roma, Italia
Bellissimo
ResponderEliminarGracias Mario
ResponderEliminarTengo una hija que está haciendo una residencia en el Hospital Italiano ahora mismo, en especialidad ginecología. Le hablé de vos pero todavía no te conoce (dice que es un lugar inmenso).
ResponderEliminarSaludos.
Hermoso lugar para hacer la residencia... y para vivir, como lo hacemos nosotros desde hace muchos años. Saludos.
EliminarQué bello todo... muy bello... gracias por compartir todo esto... y gracias por sus cuidados de siempre. Hacen bien al cuerpo pero sobre todo, al alma... que usted tanto ayuda a que aparezca después de tanto mármol alrededor.
ResponderEliminarEstimado Charly, te felicito, excelente comentario y muy instructivo. Hace dos años había comenzado a garabatear algunos capítulos de un futuro libro "Te vendo la llave de la felicidad", tu articulo podria ser otro capitulo. Abrazo
ResponderEliminarSublime, cada vez escribís mejor Carlitos!
ResponderEliminarFelicitaciones Charly. Me gusta tu escritura.
ResponderEliminarCariños
Muy bueno carlos, gracias.
ResponderEliminarJorge Piccoli
Muy bueno Charly, me encantó.
ResponderEliminarSiempre dejas un mensaje para dejarlo a uno pensando.
ResponderEliminarHasta el próximo.
Seguramente sos un extraordinario escultor médico! Gracias x tus palabras tan nutricias para los profesionales en formación.
ResponderEliminarExcelente, saludos ricardo lederer
ResponderEliminargracias por darse el tiempo de exponer estos articulos estimado medico de cabecera... trabajo en integramedica talca abrazos
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